Parece cada vez más habitual que las compañías traten de sorprendernos con lo que podríamos definir como el efecto imán para atraer a un mayor número de usuarios. Pero en su afán de atracción han olvidado algo muy importante.
En el polo positivo de este imán, encontraríamos las grandes producciones, con alucinantes y costosos apartados gráficos que no siempre se corresponden con una gran jugabilidad, con unas historias cogidas por los pelos y dejando de lado los temas sonoros, con composiciones mediocres que son totalmente eclipsadas por los apartados anteriormente citados. Estos juegos atraen a todos aquellos que, encandilados, buscan tener lo más potente en sus respectivas plataformas.
En el polo negativo, que no inmediatamente malo; recordemos que todo imán tiene dos polos, nos encontramos aquellos de bajo presupuesto pero con una gran profundidad y desarrollo; títulos indie, retro, algunos remakes, etc. Estos juegos atraen a aquellos que sin necesidad de hacer un gasto considerable, encuentran en ellos el sabor de los clásicos de antaño o puestos al día, con gráficos de sabor simplistas pero con una jugabilidad directa y de sabiduría elemental.
Si hay algo en lo que, cada vez más, coinciden ambos polos es en la falta de saber transmitir emociones al jugador. No me estoy refiriendo a esa sensación de placer que nos da el alcanzar esa plataforma imposible, o la de acabar con ese Final Boss armados con un espadón del quince que nos embriaga de fuerza y poder, o esa otra que nos invade de agobio, al vernos rodeados y superados en número y sin apenas munición para defendernos. Cada vez son menos las compañías que se atreven a mostrarnos otras emociones que no estén relacionadas con la violencia, vacías de todo sentimiento y que no se recuerdan más allá una vez pulsado el botón de apagado.
Acompañadme ahora al otro extremo, a donde las emociones nos hacen sentir algo más y que solo las más grandes producciones se atreven a mostrarnos, camuflándolas entre historias de campos de batalla y mundos en decadencia... pero llenas de amor, amor por el prójimo y amor por la vida. Momentos que, lejos de hacernos insensibles como algunos argumentan, nos hacen más humanos, con sentimientos, con corazón. Así de grande se nos puede llegar a mostrar este maravilloso mundo, el de los videojuegos.
Comencemos una búsqueda por aquellos que nos han hecho sentir algo distinto, presentado de las más distintas formas, como son una escena, una melodía e incluso aquellos apoyados en la literatura. Ésta es una búsqueda muy subjetiva, donde cada cual debe indagar en su interior y recordar esos momentos que se le anudaron en la garganta y que perduran en lo más hondo de su memoria.
Empezaré por los temas musicales, que ha habido muchos y de una calidad altísima como los compuestos por Nobuo Uematsu para la saga Final Fantasy y los temas que acompañan también a otras tan conocidas como Metal Gear y La Leyenda de Zelda, entre otros. Una buena partitura musical, acorde, se muestra esencial a la hora de querer transmitir cualquier sentimiento, algo que parece que han olvidado algunas compañías sacando obras insulsas o repitiendo, mal contextualizadas, fórmulas de antaño hasta la saciedad.
Hay dos melodías, en especial, que guardo en mi recuerdo y que más de una vez me he sorprendido tarareándolas.
Una pertenece a aquel fantástico juego de rol titulado Wild Arms, que acompañaba a la intro que nos presentaba a sus tres protagonistas, Cecilia, Rudi y Jack, acompañado por su roedor amigo Hanpan, en sus aventuras por las yermas tierras de Filgaia. Una combinación de imágenes con sabor a puro manga,con claras reminiscencias al Salvaje Oeste, que bien podía pertenecer a la discografía de E. Morricone para un western de Sergio Leone.
Dejo de última la más emotiva, la mejor incorporación musical jamás realizada en videojuego alguno. Como no podía ser de otra forma, pertenece a la más grande obra maestra creada por Hideo Kojima, Metal Gear Solid para PSX. Su título “The best is yet to come”. El tema aparece en los créditos del juego mientras se suceden en pantalla fríos y duros entornos que guardan una enorme vida salvaje en su interior. Es un maravilloso canto a la vida que, como dice su propia letra, puede ser sencilla y a la vez emocionante. Sublime.
Comentarios
Suspense, miedo y horror, todo en una sola nave, la Ishimura. Cada día lo tengo más claro, que gran juego, es un inprescindible. Todo lo que han perdido nuestras sagas favoritas se encuentra en este título ¿Acaso no es una emoción perdida?
No nos volvamos locos, nada de spoilers recientes por el amor de diosss
Me pudo la emoción al recordar esos finales jajajjajaja
Y recuerdo igual el final del MGS. De los otros tres MG no tengo un recuerdo que me haya marcado tanto.
Pero últimamente, y no me canso de decirlo, el juego que mas sensaciones me ha transmitido ha sido Heavy Rain. En serio, no sólo tristeza, también rabia, ira, impotencia, ansiedad, lástima, ejem... odio...
Y bueno, el final de Killzone 2, me impactó mucho, pero como no hay recuadrito de spoiler no voy a decir por qué
Y en cuanto a sensaciones mas complejas, no tan puras, podría hablar de Bioshock, de cómo me ha dado que pensar en cuanto a la evolución de un ideal que en un principio me atraía.
En general son videojuegos bastante recientes y me da a mi que es precisamente por eso, porque en la era de la psx no había muchos así y yo no tenía pasta para comprarlos :)
Joooder, anda que no!!! XDDD ahora mismo me pongo a construir uno
Citación:
Estoy contigo!!!!!
Lo he avisado, si lo has leído ha sido solo bajo tu responsabilidad XDDDD
Necesitamos recuadritos de spoiler ya. De todas formas, si te parece mal (y la web me deja) lo edito y lo quito.
Nada, nada. No te preocupes, todos tenemos algún traspie de cuando en cuando, errar es humano
P.D. Mugen, cuando puedas mutea a Zinian, es humana.
Suscripción de noticias RSS para comentarios de esta entrada.