Nuevebits

Jugando a… Resistance 3

Nunca antes había jugado a un Resistance y, la verdad, es que tenía mucha curiosidad. Al final me he encontrado un juego divertido que me ha enganchado en su campaña. Buena ambientación, buenos recursos, mejores armas y momentos muy interesantes.


“¡Vamos, enjambre! ¡Que son pocos y cobardes!”

El título de Insomniac Games plantea la resistencia de un hombre contra un ejército extraterrestre que ha tenido la mala baba de infectar a medio mundo para que se transformen en soldados aliens ; y digo un hombre porque el bueno de Joe decide emprender una misión personal hacia Nueva York para cargarse unas cuentas quimeras, que la están liando parda por allí al emplear una torre que está congelando el mundo. Así que se equipa con sus doce armas a la espalda, su amigo ruso Malnikov, y allá va, dejando atrás a su mujer y a su hijo: Jack (aquí se lo han currado, Joe el padre y Jack el hijo… le han dado vueltas a lo de los nombres)

La aventura del juego está diseñada para que un hombre en singular pueda jugar a hacerse el héroe. Malnikov dice ser el único capaz de desconectar la torre del hielo pero necesita un escolta, así que le acompañamos en una misión de “pulsa el botón rojo para salvar el mundo”; de ésas de “vaya, los ingenieros de la estrella de la muerte han dejado un conducto de ventilación abierto a lo tonto para que venga un capullo y le amargue el día al imperio”. De todas formas, pese a esta premisa un tanto tontorrona (lo suyo sería que Joe se marchara con otros ocho tipos fornidos a patear culos quimerescos) Insomniac consigue realizar un trabajo muy creíble.


“Para que entre en la estrella de la muerte el fresquito del espacio…. putos ingenieros imperiales y sus conductos de ventilación”

Para empezar, la desarrolladora consigue darle al jugador una muy buena ambientación, acompañada de una maravillosa sensación de “el mundo está jodido”. Las radios hablan de desaparecidos, enfermos y muertos, del cielo caen rayos que todo lo arrasan y la propia época elegida (sí, los años de “Hey, Joe, ayúdame a ensillar mi caballo para ir a ver a Peggy Sue”) es sucia, polvorienta y precaria, perfecta para forjar hombres duros y misiones alocadas. En lo jugable también aciertan al volver a introducir los botiquines (dios los bendiga) en el modo campaña como única vía para curarnos, lo que consigue que haya situaciones en las que nos veamos superados por las quimeras y tengamos que planear bien nuestras acciones y no ir a lo John Rambo y luego ponernos detras de una mesa para curarnos solos. Resistance 3 sabe que esto lo ha hecho bien y se esfuerza en ponernos en situaciones que, o somos cuidadosos con nuestras elecciones de movimiento, o acabaremos en el suelo rápidamente. Súmale a esto la excelente selección de armas, cada una con sus habilidad especial para variar un pelín la manera de afrontar cada situación, y te queda una propuesta muy, muy sólida.

Por otra parte, la narración de la aventura también es potable. Planteado como una Road Movie, partimos de nuestro poblado y avanzamos hacia Nueva York, encontrándonos con muchos desvíos obligados, amigos nuevos y enemigos espontáneos, salidas de nuestra ruta que se emplean para explicarte más cosas de la propia raza alien, de sus movimientos, del por qué de sus acciones e incluso de los motivos para atacar la tierra. Llega un momento que hasta ves a la raza alien como algo “real”, no como cosas a matar sin más; tienen motivos para sus acciones. Incluso en lo que a la IA se refiere. Los enemigos no es que sean tontos, pero sí son sordos (y un poco feos) y aunque tengan esos ojos extra no tienen visión periférica, siendo fácil correr tras ellos o por un lateral y jugar un poco a Solid Snake. Uno dice entonces “Joder, qué tontas son” pero Malnikov, el buen científico se apresura en decirnos “Son las perfectas máquinas de matar, pero sólo piensan lo que le piensa el enjambre” (o algo así, mi memoria es una mierda)

Una trama bien narrada, entretenida, con una variedad de armas muy interesante que incluso tienen niveles, son curiosas y todas útiles. Variedad de situaciones y con una ambientación perfecta para la aventura que se quiere contar, entonces ¿Es Resistance 3 perfecto? Pues no, para empezar tiene un buen puñado de bugs, pero no de esos simpáticos de “¡Vaya!, Mamá tiene tres tetas”, los tiene de esos de “Vaya, esta puerta no se abre, no puedo avanzar”, “Vaya, esta palanca no funciona y el vagón no descarrila, no puedo avanzar”, “Vaya, el cura éste que me tiene que decir: Ave María, cuándo serás mía, no me dice su frase y no puedo avanzar”, obligándote a quitar la partida y volver desde el último punto guardado. A mí me ha pasado cinco veces.


Esto es lo que le hacen los bugs a las puertas de Resistance 3

Por otra parte, el juego es un pasillo de muros invisibles y teniendo en cuenta que caminamos por América hacia Nueva York y es una Road Movie, deberían haberlo solucionado con campo abierto y, cuando quisiéramos desviarnos, decirnos Joe: “No puedo andar dando vueltas a lo tonto, tengo que salvar América” en lugar de ponernos un valla de veinte centímetros de alto imposible de saltar. Por suerte, el pasillo se amplia a veces para dar lugar a situaciones muy interesantes de asedio o emboscada donde tendremos que pensar un poco para no morir (menos mal que las quimeras son tontas y la táctica de “te espero a la vuelta de la esquina” no se la conoce nadie en el enjambre)

Pero pese a sus fallos y a que me acabé la campaña en cuatro tardes no demasiado intensas, el juego es muy entretenido y se deja jugar muy bien. Además viene acompañado de un cooperativo online y oofline y un multijugador muy del gusto, éste último, de los COD aunque un pelín más frío y con una tendencia excesiva a hacerte respawn de tus enemigos en tu maldita cara. Ojo que viene con Network Pass por eso de la segunda mano. Con estos extras y un muy divertido monojugador, Resistance 3 se convierte en un producto muy apetecible y en un buen exclusivo, tiene sus carencias pero también cuenta con muchos aciertos.

Conclusiones:

Un título muy divertido y completito, tanto para jugar solo como con coleguis

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