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Nintendo nos regala una nueva entrega de una de sus mayores franquicias. Se trata de The Legend of Zelda: Spirit Tracks, que verá la luz durante diciembre de este año. A primera vista, un título que innova en muchos sentidos pero que invita a pensar lo siguiente: ¿hasta qué punto y de qué manera uno ha de salirse de los raíles establecidos tras tantas entregas anteriores? ¿Qué diferencia la innovación del mero descarrilarse?

 

 

Los diversos avances de este nuevo título han ayudado a que nos formemos una idea de lo que nos espera. En resumidas cuentas, se trata de una nueva aventura de Link que sigue con la línea estética que inició The Legend of Zelda: Wind Waker y que mantiene el espíritu de la franquicia (un chico de verde tiene que superar una serie mazmorras para acabar dándose castañazos con el malo de turno), como siempre, se intentan introducir una serie de aspectos innovadores que diferencien a cada una de las entregas. ¿Qué nos ofrece Spirit Tracks? Pues, además de los nuevos objetos de turno (donde también llegamos a los límites de lo recomendable con lo que parece ser una especie de ventilador de mano) son dos las nuevas apuestas de Nintendo para su emblemático héroe de verde: la inclusión de una locomotora como medio de transporte y la aparición de un nuevo personaje que hará las veces de ayudante en las mazmorras, según parece.
Seré algo crítico por simples razones. Los aspectos positivos de un Zelda todos los conocemos y basta buscar cualquier otra reseña para dar con sus puntos fuertes. Diríase que llevar el sello Zelda ya conlleva unos mínimos de calidad.
Pero hay dos aspectos que tienen todas las papeletas para ser los peores puntos débiles: la continuidad y la discontinuidad.
Como bien dijimos, un Zelda tiene que analizarse no como juego en sí, sino como una vértebra dentro de esa singular y bella columna que es la saga. Siempre se ha tendido a mantener una serie de aspectos mientras que otros se esculpen desde cero. The Legend of Zelda: Spirit Tracks parece confundirse y tocar lo que debería permanecer intacto para dejar de lados aspectos que necesitan un soplo de aire fresco.


Empecemos por la continuidad no deseada. Desde la anterior entrega para DS, parece haberse establecido como norma que para la portátil de Nintendo se explotará el uso de unos gráficos herederos de la estética de Wind Waker. Será que yo soy algo más puritano, pero considero que este tipo de uso de las tres dimensiones no hace ningún bien a estas entregas. La pantalla pequeña siempre me ha parecido que rinde más con gráficos en dos dimensiones o dos dimensiones y media, y con un buen uso de colores saturados. Un caso paradigmático es Lunar Knights, que presenta un apartado gráfico bastante bueno dentro de lo que el catálogo de DS puede ofrecernos. Querer meter gráficos en tres dimensiones dentro de esa pantallita me parece como querer hacer que un pastel de boda quepa en un microondas, según cómo.
Otra queja respecto a la estética del juego es esta continuidad que se está teniendo con el Wind Waker. Con éste ya son varios los títulos que se niegan a darle un nuevo lavado de cara a Link, cuando una de las virtudes que había ido desarrollando la saga Zelda es la capacidad para ir modificando el discurso de sus juegos, presentándonos propuestas bien diferentes con una serie de puntos en común entre los que puede destacarse la calidad del producto. Y no sólo eso: también podemos hablar de cómo han violado los primeros usos que se pensaron para esta estética. Si recordáis bien, Nintendo quiso dejar claro que el Cel Shading ayudaba a aumentar la expresividad de los personajes, pero también que no conllevaba un juego más infantil. Lo que generó fue de lo más respetable: una entrega de Zelda que, a pesar de presentarnos un entorno que parecía estar pintado con los crayones de un niño pequeño, nos introducía en una de las tramas más épicas que esta franquicia nos ha dado. El aspecto aniñado de Link no hizo que disminuyese la tensión del combate final contra Ganondorf en lo alto de una torre que se estaba inundando bajo el mar. En ese momento hubo que aplaudir a Nintendo por defender tan bien su posición y sorprendernos a todos, mostrándonos no sólo las posibilidades del Cel Shading, sino también que utilizar esta técnica no imponía límites en cuanto a la madurez del juego.
Ahora, en cambio, nos damos con títulos irrisorios cuya trama es poco más que un mal chiste, una aventurilla anecdótica de un Link que no merece ser llamado héroe.
Es cierto que las entregas para las portátiles, como lo fue Minish Cap, cada vez más tienden a presentarnos aventuras mucho menos serias de este héroe. Pero entonces estaría bien hacerlo sin pervertir la figura de un Link que sí que nos trajo una de las leyendas de Zelda que merece ser etiquetada como tal.


Por otra parte, he de admitir que esto puede interpretarse como un puente. Quizá Nintendo pretenda, con estas entregas, presentar a su héroe de verde a público más joven (aquellos cuya infancia no ha tenido un Ocarina of Time) con tal de que éste se familiarice con la saga y se introduzca en el Universo de esta leyenda. ¿Justifica eso el tono excesivamente infantil que cada vez van teniendo más los juegos de Zelda para la portátil? En mi opinión, no del todo, puesto que degradan la imagen de la marca. La leyenda de Zelda es todos los juegos que la componen, y cada uno forma parte de su discurso y condiciona el mensaje absoluto que se crea. Cuando nos damos con entregas de evidente menor calidad o con historias más anecdóticas que legendarias, es inevitable que el conjunto se pervierta.

Ahora analicemos las discontinuidades. Vayamos primero con la inclusión del ayudante. Para ser justos, he de admitir que todavía es demasiado pronto para juzgar. A primera vista, este añadido parece capaz de aumentar la jugabilidad y la variedad de puzzles de cada mazmorra. Habrá que ver si no lleva al ridículo la dificultad de las peleas con los enemigos del juego. Lo que se ha visto hasta ahora presenta este defecto: parece demasiado fácil derrotar a un enemigo, puesto que podemos distraerlo con nuestro fiel acompañante. Quiero pensar que ya se ha pensado en esto y que, en consecuencia, se aumentará progresivamente el número y la fuerza de los oponentes con tal de hacer que el juego suponga un desafío (cosa que parece querer evitarse en los últimos títulos de Zelda para las consolas portátiles). Crucemos los dedos y confiemos en Nintendo, aunque ello últimamente sea el mayor, verdadero y quizá hasta único desafío que la gran N nos imponga a los jugadores.

Luego tenemos la dichosa locomotora. Parece que quieran jubilar a Epona con toda esta broma que se traen con las inclusiones de nuevos vehículos. No me malinterpretéis, no tengo nada contra el barco. Pero el trenecito, por otra parte, parece atentar contra uno de los aspectos esenciales de todo Zelda. Hablamos, claro está, de la exploración, que siempre ha encontrado dos caras bien distintas en los juegos de esta saga: poner patas arriba cada mazmorra, buscando cada pequeño recoveco, o pasear por grandes terrenos al aire libre. Y esta segunda posibilidad es la parece ser que nos arrebatan. Ya se trate de las llanuras de Hyrule a lomos de nuestro fiel caballo o del vasto mar sobre nuestro pequeño barco rojo, siempre hemos gozado de la libertad de explorar grandes paisajes a nuestras anchas. ¿Quién quiere unos raíles que demarquen nuestro recorrido? Es posible que me esté equivocando o que nos estén escondiendo algo, pero de buenas a primeras no me da buena espina este cambio.
Puntualizaré también dos defectos del tren. Primero, el simple hecho de que transformar a Link en un mensajero obviamente ayuda mucho a corroborar mi punto de vista sobre que estas últimas aventuras tienen más de anecdótico que de legendario. Segundo, la dificultad del uso de la locomotora también deviene un chiste y nos recuerda lo absurdo de incluir un sistema de lucha con cañones o flechas usando la pantalla táctil de la NDS: ¿qué dificultad entraña apuntar al enemigo con nuestro dedo en una pequeña pantallia?
Está bien que se quiera innovar tanto, al punto de introducir algo más tecnológico como puede ser una máquina de vapor. Pero hay maneras y maneras. Recordemos el caso de The Legend of Zelda: Valley of deluge/flood. Se trata de un juego que, dejando de lado que fuese falso, prometía en su concepción ser un lavado de cara radical para la saga. Aunque nunca llegase a existir, el planteamiento devino mil veces más rompedor y, sin embargo, mucho más atractivo que el de esta entrega.


En definitiva, nos encontramos ante un juego que probablemente sea interesante como mínimo, porque todo Zelda consigue serlo. Hay aspectos que prometen ser positivos, como la música u objetos como el látigo (transformando a Link en un intento de Simon Belmont). Pero, ¿es eso lo que le pedimos a un Zelda? ¿Ser meramente interesante? Se me enseñó que no hay buenos o malos resultados de manera aislada, que nada significa sacar un cuatro, un seis o un ocho. Hay que leer cada nota dentro del conjunto de la asignatura, cada resultado dentro de su contexto, puesto que un seis tras veinte suspensos es un triunfo frente a la derrota de sacar un siete tras una racha de nueves. Ahí está el problema: que ser interesante es algo con lo que Link no puede contentarse. Este "The Legend of Zelda: Chu chu train" promete ser otra triste prueba de que Nintendo no pretende usar su portátil como plataforma en la que sacar un verdadero The Legend of Zelda, con todo lo que ello implica. Así que, a sabiendas de lo que nos espera, sólo resta tomar asiento, esperar a ver qué nos trae la próxima entrega y disfrutar de este viaje en tren.

 

 

Primera impresión:

Pobre    Normal    Interesante    Prometedor    Futuro Must Have

 

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Anexo: enlaces
Información sobre The Legend of Zelda: Valley of deluge: http://wildgames.es/rumores-sobre-el-nuevo-zelda-en-una-presunta-entrevista-a-eiji-aonuma/
La supuesta entrevista: http://boards.ign.com/nintendo_wii_lobby/b8270/165626165/p1