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En mi natal República Dominicana era muy difícil informarse sobre videojuegos en 1992. Imagínense: No existía internet en los hogares y las revistas buenas llegaban todas en su versión americana original ¡casi ningún gamer sabía inglés!  Todas las revistas que llegaban de México, Venezuela, Chile y Argentina tenían tal sabor a "Traté y no pude" que era mejor no comprarlas ¡Algunas era mejor ni aceptarlas prestadas! Nosotros, los dominicanos, elegíamos nuestros juegos bajo nuestros propios criterios, entiéndase: recomendaciones de amigos, fama del título, asequibilidad financiera y, por supuesto, la marca del juego (La compañía que lo desarrolló).

Ustedes comprenderán entonces que, en un mundo así, un juego con el logo de Konami en la portada era un juego a tener en cuenta.  Así fue como conocí este juego cuando lo cambié con un amigo. Yo entregué el Tiny Toons y él me pasó un cartucho con una portada donde una nave le disparaba a un hombre de fuego. Su título lucía en letras amarillas "Axelay". Nunca había visto el juego ni había escuchado hablar de él, pero uno no podía equivocarse con un Konami. Axelay resultó siendo un juego shooter de naves para la consola SNES.

Al encender mi Snes me encontré con una historia (el típico slide show que aparecía si tu ansiedad no te hacía pulsar start) que me contaba que la cliché invasión extraterrestre se quería adueñar del cliché planeta que representaba la tierra del cliché sistema solar llamado Illis. Un carajo que perdió su familia, se encojona y decide convertirse en la resistencia montado en la nave Axelay.  OK... Le doy a start y me dispongo a empezar ¡Sorpresa! Me encuentro con un cuadro de selección de armas; para enfrentar la primera escena sólo veo tres disponibles, las tomo y, de repente, me se oye la voz de un narrador ¡Otra sorpresa! Si les soy sincero lo que oigo es: Sadam instaleichon complí. Gud loc!

La primera escena nos presentaba un shooter de los que se ven desde arriba (overhead) donde manejamos una nave que parece un mosquito. La gráfica, ya desde el inicio, nos promete una gran aventura donde los enemigos no vacilarán en llegar. Las reglas de juego quedan claras al instante:

- Si te dejas dar por una bala pierdes una de las 3 armas (las cuales son intercambiables con los botones L y R).

- Si una bala te agarra sin armas, se explota la nave y pierdes una vida. Cabe mencionar que cuando pierdes un arma lo que te queda es un cañón básico, que no le hace ni cosquillas a los enemigos además de con un misil muy infeliz.

- Si atropellas a un enemigo o te estrellas con cualquier recurso sólido del escenario explotarás inmediatamente sin importar que tengas todas tus armas.

Todo muy bien. Grandiosa música, buen reto, gráficos muy vistosos que usan el famoso Modo 7 para animar los enemigos y una buena variedad de problemas a lo largo del escenario.

Hago explotar una araña gigante mecánica y una fanfarria me felicita por pasar el primer nivel. Vuelvo de nuevo al cuadro de selección de armas donde me doy cuenta de que hay una nueva disponible. Son unos misiles que caen al suelo y explotan, según la ilustración... Lo tomo para probar. Sadam instaleichon complí. Gud loc!

Hey!! En este escenario la nave vuela hacia la derecha de la pantalla (Side scrolling). Recibo la variedad en el gameplay con una sonrisa y de inmediato le encuentro uso a los misiles que caen al suelo, pues el segundo nivel es dentro de una base espacial donde tengo que explotar un gran surtido de naves totalmente nuevas con respecto a la primera misión. Aquí nos paseamos por una gráfica muy detallada donde podemos ver, al fondo, las instalaciones de la base, a una profundidad que da buena fe del trabajo del equipo desarrollador. A final del pasillo me espera una especie de pollito robot que quiere frustrarme con una ametralladora y un súper-láser estilo Kame-Hame. Lo destruyo y la contagiosa fanfarria me felicita de nuevo. De vuelta a la pantalla de selección de armas, me espera un nuevo cañón disponible que ilustra una metralla láser ¡Me lo llevo pa'probar!  Sadam instaleichon complí. Gud loc!

A partir de este escenario es cuando empiezan los problemas. Volvemos al overhead para sobrevolar un planeta desolado. Otra vez me agrada el detalle de que los enemigos sean totalmente nuevos. Al derrotar a un mini-boss, el paisaje desolado quedó atrás y empiezo a sobrevolar una ciudad. Otra vez la gráfica y la música son grandiosas, el boss es una especie de platillo volador que me puso a coger lucha porque tiraba una gran cantidad de balas explosivas como si fuese un spray. Otra vez regreso al taller donde encontré otra arma nueva... Déjame verla. Sadam instaleichon complí. Gud loc!

Pasó algo... No entendía... Me sentía extraño. Este juego me estaba causando un sentimiento raro. Sí, tenía gráficos deslumbrantes . Sí, los enemigos eran variados. Sí, la música ambientaba a la perfección. Pero... ¿Qué me pasaba? Sentía que no quería jugar más... ¡Qué raro! ¿Acaso me estaba aburriendo? ¡No! ¡Imposible! Tenía un juego de naves con todas las características de un clásico, no podía sentirme aburrido. Pero... ¿Por qué esa sensación de que no me importaba lo que seguía? ¿Por qué mi cuerpo me pedía que soltara el control con tanta exigencia?

Axelay me hizo sentir un aburrimiento que jamás he vuelto a sentir con un videojuego. En serio, les aseguro que es raro. Con todo lo bueno que tiene este título al rato de jugarlo no puedes evitar enfocarte en los detalles que no te gustan:

- ¡El juego no tiene Power ups! La efectividad de las armas no progresa de ninguna forma.

- Cuando te da una bala pierdes tu cañón seleccionado y pasa a un tirito básico muy débil ¡ Además de perder una vida no hay forma de recuperarlo!

- Los ítems no existen. Por lo que eliminar a todos los enemigos y tratar de explorar todo el escenario con la vista se vuelve totalmente irrelevante. Axelay se trata sólo de sobrevivir todo un nivel sin nada que buscar. La sensación de vacío es inexplicable.

- De las 6 armas que se van haciendo disponible a medida que avanzamos ninguna, lean bien, NINGUNA superaba al cuadro inicial. Desilusión y arrepentimiento es lo que se consigue al probar los cañones nuevos. NINGUNA representaba un progreso.

Ahora que están enlistadas me doy cuenta que son razones muy pequeñas para dañar un gran juego. Lo increíble es que Axelay se deja caer. Aburre, caballeros, el juego aburre. Me aburrió ese día de 1992 y me aburre ahora. No lo acabé cuando fui dueño de él en SNES, cuando era un niño que no tenía nada más que jugar, y no me dio deseo de acabarlo ahora que soy un adulto que necesitaba re-jugarlo para hacer un artículo en Nuevebits. De todas formas, les invito a que lo jueguen aunque sólo sea por el escenario del fuego. Es sorprendente el uso que Konami le dio al Modo 7 en este nivel, además, con el boss libramos la batalla que ilustra la portada. Básicamente el único grato recuerdo que tengo de este título.

Desde República Dominicana me despido por esta semana ¡Nos vemos en el próximo análisis!

KIRITO

El autor de este post te invita a escuchar su podcast en las100vidas.com