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La continuación del videojuego que más polémica ha traído a esta generación ya ha llegado a nuestras consolas. ¿Qué se esconde dentro de Assassin’s Creed 2?

El primer Assassin’s Creed supuso un acontecimiento único dentro de la industria: se trata del primer título que, a pesar de ser un éxito de crítica y ventas, no hay ser humano que  hable bien de él.  El concepto “repetitivo” se queda corto para referirse a su sistema de juego,  más bien podría hablarse de un bucle sin salida o, simplemente, de una tortura.

¿Cómo pudo llevarse calificaciones sobresalientes sin que se hiciese hincapié en lo aburrido que resultaba su planteamiento a partir de tres o cuatro horas? Esa pregunta no la puedo responder desde aquí, pero lo que sí sé es que estas mismas publicaciones que elogiaron sin límite al primer título, ahora suspenderán al segundo. Por compensar, ya sabéis.

En medio de todo este circo llega Assassin’s Creed 2 con una palabra en boca de todos sus desarrolladores: variedad. En Ubisoft (compañía que está ocupando el lugar de EA como la peor considerada por el público) saben que la comunidad va a mirar el juego con escepticismo, y que si los primeros análisis hablan de repetitividad, las ventas pueden sufrir y mucho. Por eso se ha desatado toda una polémica con sus intentos de influir en las notas mediante chantajes y presiones. Muy mal, Ubisoft, muy mal.

Muy mal porque esta vez sí que habéis logrado un juego bastante compacto, manteniendo las virtudes que  hicieron sobresalir a la primera parte y modificando algunas de sus infamias. Porque Assassin’s Creed presentaba algunas características únicas que ya nadie recordaba. Correr libremente por las ciudades siempre ha sido una delicia, especialmente porque los recorridos no son lineales y requiere atención por nuestra parte o estaremos constantemente practicando la caída libre. Pero, ¿para qué corremos? ¿Por qué debemos escalar tantas atalayas? Pues porque así es como podemos ver las misiones en nuestro mapa; y aquí viene la gran novedad de este juego en forma de sugestiva pregunta: ¿por qué queremos cumplir estos encargos?

En esta ocasión todas las misiones que realicemos tienen su correspondiente recompensa in-game, no sólo logros, una solución a todas luces decepcionante para premiar al jugador. La novedad más interesante son sin duda los glifos: unos pequeños puzles acompañados de enigmáticas frases que, al superarse, nos irán proporcionando fragmentos de un vídeo que nos relata una historia paralela al hilo argumental, más centrada en la tercera entrega y que abre más preguntas de las que cierra. El resto de las misiones nos proporcionarán  florines, podremos gastarlos tanto en objetos consumibles (medicinas, venenos, cuchillos arrojadizos) como en armas y armaduras: uno de los añadidos más inútiles en la historia moderna de los videojuegos.

El juego nos deja elegir entre 22 armas distintas, sí, pero esto tiene un valor puramente estético  porque los combates siguen resolviéndose pulsando el botón de contraataque (o el de desarmar si es un enemigo “gordo”). El sistema de combate está tan roto como en el primer título, aunque al menos ahora ya no somos los dioses a los que se les recupera la vida por segundos, capaces de aniquilar batallones enteros y bailar sobre una masa de cadáveres. ¡Vaya! ¡Pero si eso era prácticamente lo único divertido en el primer juego!

Pues algo tiene Assassin’s Creed 2, algo que hace que cuando no estemos jugando nos descubramos pensando en corretear por sus tejados , algo  que nos incita a trepar por las ventanas para entrar en nuestra propia casa en vez de abrir la puerta (una actividad a todas luces menos lúdica) y que nos tienta a llevar un bolígrafo escondido en la manga.

A lo largo de unas 18 horas de juego iremos descubriendo los enredos y misterios que rodean a la familia de Ezio al mismo ritmo que Desmond, convertido en este juego en un hardcore-gamer con pesadillas a causa de las sesiones de vicio/animus tan largas que se mete entre pecho y espalda. Aunque algunas veces nos aburriremos en alguna cinemática, la historia va poco a poco ganando en interés, hasta llegar a un final (con homenaje, quién sabe si intencionado o no, a la saga Metal Gear) que será tan polémico como el de su predecesor.

Esta saga empezó con muy mal pie, sin embargo ha conseguido enderezarse y presentarnos un título muy divertido y con esa magia que marca a los juegos que permanecerán en el recuerdo colectivo.

Valoración final: 80/100