Sonic es una figura emblemática, pop, moderna, hortera y genial. Es el bicho más rápido en las consolas siempre vestido con sus zapatillas rojas y su piel azul dejando una estela de velocidad a su paso ¿por qué Sonic es tan maravilloso? Averigüémoslo en el siguiente artículo.
Sonic no ha sido fruto de casualidades, no lleva puesto un sombrero porque su pelo es difícil de modelar o un bigote para ocultar expresiones faciales, tampoco se le reviste con colas de mapache, de abeja o de rana para intentar dar un poco de color a su atuendo impuesto por la necesidad pero que nada tiene que ver con las circunstancias; Sonic no. Sonic es la valentía de zambullirse en el mundo que es de uno pero que ha sido dominando por un invasor. Veloz e intrépido, el desafío de superar un nivel que se enfrenta a Sonic depende más de no dejarse cegar por las posibilidades que el erizo ofrece al usuario que de los propios enemigos en sí. Sonic te regala la certeza de que un volcán, unas colinas dominadas por robots, un laberinto inmerso en las profundidades o una selva poblada de bestias no es más que una pista de carreras diseñada para tu disfrute. Como jugador, no tenemos ni idea de lo que hay más allá de ese scroll pero jamás nos invade el miedo a lo desconocido sino la pasión por conocer.
Mario sólo sabe de un ritmo: avanza-estudia la situación-salta, siempre a la misma velocidad a nos ser que se encuentre sumergido en el agua, pero en Sonic se juega; se jugaba, mejor dicho, de una forma magistral haciendo a Sonic acelerar o frenar de sopetón y alternando carrera, plataforma, laberinto, agonía, desesperación y poder.
En un entorno punk, la naturaleza se empapa de la tecnología de los años setenta, los animales pierden su escala y se robotizan, se vuelven pequeños y adversos bajo los deseos del doctor Robotnik. Nunca son abundantes y tampoco son el enémigo real, ya que el auténtico adversario de Sonic es el mismo escenario: los loopings, los pinchos blancos y afilados, el agua sin apenas burbujas donde respirar o la lava. Los enemigos son el cobrador que viene a reclamarnos un diezmo, en forma de anillos, por correr por tan desquiciantes parajes. Nos frenan para lograr que nos enfrentemos desde el principio hasta el final al desafío que la plataforma nos propone.
El primero de Sonic para MegaDrive, el único, más grande y mejor, se presenta con unas brillantes colinas verdes por donde desatar todo nuestro potencial retorciendo el cielo, ejecutando saltos imposibles, destrozando la tierra a nuestros pies y dándole el primer toque a nuestro Némesis calvo. Cuando la necesidad de velocidad nos ha infectado la cabeza, nos arrebatan la posibilidad de tenerla en Marble Zone. La pantalla de inspiración griega, acosada por un mar de magma y ruinas capaces de levantar y bajar el suelo a nuestros pies, nos frena, nos sumerge en sus tripas proponiéndonos saltos pausados; muy pausados a veces donde descubrimos que nuestro principal rival es una vocecilla interior que nos insta a correr “¡corre!” nos dice, pero no podemos porque si lo hacemos, moriremos en un mar de lava pero saltamos sin control y nuestros anillos salen disparados por todas partes como pago a nuestra insensatez. Saltamos y cogemos ese único al que podemos llegar con la misma desesperación con la que Golum desea el suyo, si lo perdemos, se acabó. Lo recogemos y volvemos a luchar contra el escenario “¡corre!” escuchamos de nuevo.
El entorno vuelve a ser el rival, en esta ocasión no nos detiene, nos permite salir disparados a voluntad, brincar como una bola de pinball hasta que nos damos cuenta que el problema ahora a superar es el control de nuestro ímpetu, el salto en Spring Yard Zone está controlado por una sucesión de bolas de rebote, muelles y Badniks (los animales robóticas que intentan frenarnos) preparados para castigarnos por fallar un salto. Labirinth Zone nos permite correr todo lo que queramos, el único problema es que el agua nos ralentiza y la necesidad de aire nos hace detenernos en seco a esperar que una burbuja nos conceda el don de poder respirar de su interior. Star Light Zone nos lleva a alcanzar la velocidad de Green Hills alternándola con plataformas que solicitan de nuevo una paciencia que nos cuesta muy caro conceder, los enemigos se nos plantan enfrente con sus pinchos giratorios desquiciando nuestra carrera y los muelles nos permiten saltar libremente por los aires. En Scrap Brain Zone nos enfrentan a un sinfín de plataformas que aparecen y desaparecen en un marco industrial que nos conducen a Final Zone donde darle su merecido al causante de todo esto, el malvado Robotnik.
Sonic apuesta por la velocidad, por otorgarte seguridad y poder, arrebatarte tu don y dártelo gradualmente con el fin de construir fases increíbles con una jugabilidad distinta, ajustada y cambiante; y sólo se solucionan con la presión de un único botón, algo que no han sabido implementar en su salto a las 3D donde parece que lo único que importa es lo evidente: que Sonic corre; pero ¿cómo? Ahí no investigamos, lo hemos olvidado.
Sonic de nuevo volverá a las 2D, a ver qué sale de ahí; quizás deberían tomar ejemplo de Capcom y regresar a las 2D de Megadrive y a otra cosa. Aunque empezamos mal, desde el blog americano de SEGA la compañía coqueteaba con la idea de que quizás el protanista de tal título no fuese Sonic… malditos dementes… Esto empieza ya a sonar como quienes dicen que creen en Dios pero odian lo que la iglesia ha hecho con su figura. Te alabamos, Sonic. Yo, al menos.
Comentarios
Y ahora, gracias a que Microsoft me lo regaló lo sigo disfrutando!
Yo lo tengo claro SEEEEEEEEEGAAAA AAAAA_____O