El vasto universo de Kishimoto sigue produciendo juegos que no son capaces de aguantar ni medio rasengan de la crítica.
La saga que cuenta la historia del joven ninja que guarda en su vientre el oscuro poder del Kyubi y que sueña en convertirse en hokage, ha dado lugar a numerosos títulos para diversas consolas. En cada uno de ellos se ha intentado reflejar aspectos de una de las historias más ricas del manga, y sobretodo inteligente. Naruto surge como una reflexión acerca del tirón de Harry Potter. Cambiando ninjas por magos, plantea una escuela donde los niños se instruyen en diversas técnicas para poder enfrentarse al mal. Al igual que la obra de la Rowling, Masashi Kishimoto dibuja una potente historia familiar cuyo desenlace tatuó en Naruto una marca que guarda un oscuro secreto. También, y continuando con la búsqueda de similitudes, en un primer término el enemigo a batir es un ser muy relacionado con las serpientes y que tiene un pasado en común con el líder de la aldea. De todas formas, lo más interesante de Naruto no se encuentra en estos parecidos, sino en la pericia del autor de dejarse influir por las tendencias del momento para construir un mundo mucho más elaborado, donde llega a explicar el origen existencial de los jutsus que emplean los muchachos, la situación política entre los diversos estados miembros del mundo ninja, una antigua guerra cuyos ecos aún se oyen en el presente y una constante acerca de que la violencia sólo conduce a un odio cíclico y que éste debe parar, sino, generación tras generación, continuaremos viviendo con la violencia como compañera de cama. Esta constante se explica en dos escalas: en la relación personal que vive Naruto con su mejor amigo y rival, y en otra mundial que involucra a cada Kage y a cada ninja vivo... e incluso a algunos que se creían muertos.
Una vez dicho esto, resulta difícil entender como todos estos valores acaban reducidos a juegos con mecánicas pobres de combate, tramas mal entendidas y escasa profundidad.
El desarrollo de la historia arranca con el regreso de Naruto a la aldea de la mano de su nuevo maestro Jiraiya. Ya más adulto, aunque Sakura insista en que sigue siendo un crío, se prepara para iniciar la etapa que podría considerarse la "zeta" de DragonBall, una saga caracterizada por muchos más combates acompañados de una trama argumental mucho más densa que la primera entrega, si la anterior significaba la trama de Naruto, Shippuden es el nudo y, posiblemente el desenlace. El juego nos presenta una serie de escenas generadas con el motor del juego donde nos introducen en el hilo conductor de la historia. A modo de diálogos, iremos conociendo al resto de habitantes de la aldea y a nuestros enemigos con los que combatiremos en rings cerrados y en 3D.
A nivel argumental, cabe decir que el ritmo narrativo es excesivamente lento, con demasiadas pausas y con ciertos giros, muy bruscos, destinados a conducirte al combate con quien menos te lo esperas. Se agradecería un mínimo de decisión o quizás la inclusión de los siempre interesantes "What if...?" que ya vimos en últimos títulos basados en la obra de Toriyama. Sin ello, este título no es más ni menos que un esforzado repaso por los primeros pasos del Naruto adolescente.
En cuanto a los combates, decir que gustan a la vista, siendo lo mejor e inmediatamente lo peor del juego. El aspecto jugable que presentan es cercano al satisfactorio Naruto: Ultimate Ninja Storm pero excesivamente capado. La cámara no funciona, carecemos de percepción del espacio, los escenarios están mal planteados y el sistema del combate se reduce a embestir y volver a hacerlo, y sin gracia. Lo mejor de las batallas es la posibilidad de enlazar combos, de formular una multiplicación oculta de cuerpo, pegar al rival junto con tus clones y finalizar con un rasengan, pero acabas descubriendo que no hace falta realizar tanto esfuerzo al ser, el botón ataque y el de evadirse de los del rival, el mismo. Machacar el botón de golpe siempre suele ser la mejor decisión. En el caso de Naruto o Rock-Lee está opción se entiende ya que sus técnicas son mayoritariamente físicas pero Shikamaru no se sostiene con esta falta de profundidad; y aquí encontramos el mayor fallo de todos los juegos basados en el personaje: que nunca hemos sido realmente ninjas, sólo niños en rings cuadrados abalanzándose contra el rival ¿Pero un ninja no puede cercar un bosque con bombas para que un enemigo inmortal acabe sepultado bajo las rocas y no pueda, jamás, reaparecer ante nosotros?
Los combates son lentos, toscos y torpes. Agradables a la vista, porque lo son pero ¿Cuando podré usar un Genjutsu, agazaparme tras unos arbustos e incrustarle un Chidori entre ceja y ceja a mi rival cuando menos se lo espere?
Si este aspecto no es un problema para ti, y lo que buscas de un juego de Naruto es un título que te recuerde una parte de la trama y un motivo para llevar a los ninjas a un soso combate, éste es tu juego. Desde ese punto de vista, lo cierto es que los programadores se han esforzado en incluir un gran número de modos, de personajes controlables, un pintón sistema de leveling, customizacion de personajes y la posibilidad de vivir como un akatsuki. En ese sentido, y en el plano técnico, el título cumple pero en la jugabilidad y desarrollo, se vuelve más y más decepcionante cuanto más fan de la saga seas. Aconsejo volver al título de ps3 antes de enfrentarse a este Naruto Shippuden Legends: Akatsuki Rising
Puntuación final: 20/100
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