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 Call Of Duty: Modern Warfare  ya está de vuelta entre nosotros. Después del éxito de la primera entrega, la Segunda Guerra Mundial ha quedado definitivamente atrás como el escenario predilecto y casi exclusivo de los videojuegos bélicos, entrando de lleno en la guerra moderna con todas sus consecuencias. Ya no hay nazis o japoneses suicidas, ahora tendremos que luchar contra terroristas y dictadores, ya no hay sólo fusiles y granadas, ahora también tendremos misiles teledirigidos, GPS y visores térmicos.

 

Infinity Ward dio en el clavo con la entrega anterior y ahora, con todo el respaldo otorgado por ese acierto, han decidido poner toda la carne en el asador para dar a los fans el juego que estaban esperando. Sí, es más de lo mismo, pero con una calidad y cuidado por el detalle en todos y cada uno de los aspectos que lo componen, que no podemos negar que han vuelto a acertar de pleno.

 Todo transcurre cinco años después de lo acontecido en el capítulo anterior y los hechos están relacionados con lo que ocurrió en aquel entonces; veremos cómo nuestras acciones, lejos de ayudar a pacificar  Rusia, han servido para que el terrorista de antaño se convierta en el mártir del presente. La muerte de Imran Zakhaev ha sido manipulada por uno de sus discípulos, Vladimir Makarov, hasta conseguir convertirlo en un héroe nacional y ser usado como estandarte para liderar un nuevo grupo terrorista que cuenta con mucho más apoyo popular del que nunca logró su antecesor. Gracias a este apoyo, se sienten lo suficientemente fuertes como para realizar la matanza de sus propios compatriotas y acusar de ella a los Estados Unidos de América. A partir de aquí, el conflicto deja de ser una lucha antiterrorista y se convierte en una guerra total, con la invasión de los USA por parte de Rusia como venganza por la muerte de cientos de civiles en el aeropuerto. Nuestra misión será hacer todo lo posible por terminar con esta guerra y descubrir a los traidores de ambos bandos.

 Como en el primer juego, el argumento se desarrolla gracias a los vídeos de introducción a las misiones, los diálogos de los personajes, bien sea en persona o por radio y a escenas automáticas durante la partida. El guión es el típico de una novela o película de espionaje, sólo que con mucha más acción. Tendremos escenas duras donde veremos a nuestros amigos y enemigos ser traicionados y asesinados ante nuestras narices, sin que podamos hacer nada por evitarlo, mezcladas con espectaculares huidas a bordo de una moto de nieve o de un helicóptero. En este aspecto es muy parecido al primer juego pero sin llegar a convencerme de la misma manera; mientras que en aquel todo lucía más realista y creíble, en éste todo parece excesivamente forzado. La primera parte se asemejaba a una película como Platoon o La Chaqueta Metálica, mientras que ésta recuerda  más a una de 007. No se ha perdido en crudeza y realismo, pero se ha ganado demasiado, desde mi punto de vista, en fuegos artificiales, lo que hace que algunas veces perdamos la sensación de estar inmersos en un conflicto real y la cambiemos por la de estar viendo sólo un espectáculo de luz y color.

 

 

Otro problema es que los personajes principales también han perdido algo de su carisma. No llegamos a conocer lo suficiente a ninguno, ni amigo ni enemigo, como para llegar a encariñarnos u odiar a nadie. Los únicos que sobresalen algo del resto son Shepherd y Price, siendo el último el mejor de todos, todo un veterano curtido durante años en el frente de decenas de guerras anónimas y que te sacará de más de un aprieto. El resto de protagonistas y antagonistas no dejarán ninguna huella en el jugador, siendo el caso más sangrante el de Makarov, nuestro principal enemigo durante la mayor parte del tiempo y su personalidad no se ha desarrollado ni lo más mínimo.

 En el aspecto técnico pocas quejas se pueden tener. Los gráficos son espectaculares, de carácter realistas, estables en casi todo momento, con efectos correctos mezclados con otros que rayan la perfección, las localizaciones están muy detalladas, desapareciendo esa sensación de "vacío" que sí podemos ver en otros juegos, el número de elementos en pantalla es muy alto y las texturas son variadas y de gran calidad. Es verdad que los entornos no son muy abiertos, pero la intensidad de la acción nos hace imposible el dedicarnos a explorar a nuestras anchas, con lo que ese problema pasa desapercibido. Comparándolo con la primera parte, que usaba el mismo motor, se nota la mejoría en algunos aspectos como la iluminación o la estabilidad. Por el contrario, he podido encontrar un par de "bugs" o fallos: en una ocasión una granada lanzada por mí se quedó suspendida en el aire hasta explotar, y en otra mi personaje se quedó misteriosamente trabado sin poder avanzar en ninguna dirección sin motivo aparente. No son fallos graves o abundantes, pero teniendo en cuenta que es un motor que los desarrolladores conocen a fondo, son cosas que no deberían ocurrir.

 Debemos destacar también el aspecto artístico. Hay que reconocer el talento que tienen los chicos de Infinity Ward para conseguir que en medio de un cataclismo nuclear, de un ataque a una plataforma petrolífera o del asalto a un castillo en ruinas, nos paremos a mirar a nuestro alrededor para apreciar "la belleza de la destrucción" que nos rodea. Las imágenes de cierto edificio emblemático teñido de rojo, en medio de la noche, rodeado de trincheras, fuego de morteros y ametralladoras, con las paredes derruidas y los incendios rugiendo en su interior, no tienen precio; si a esto le sumamos una música orquestal  y épica que acompaña la acción a la mil maravillas, el resultado es un juego con las mejores escenas bélicas que hayamos visto jamás.

 

En cuanto a las misiones y la jugabilidad, nos encontramos  ante un trabajo sobresaliente. Uno de los grandes aciertos del juego es el de conseguir no aburrir nunca. Te llevan desde un precipicio de hielo que tienes que escalar hasta las ardientes arenas del desierto; desde una plataforma petrolífera en el Pacífico hasta un barrio de favelas en Río de Janeiro, de un castillo-prisión en la nieve hasta el mismísimo corazón de América; y en cada uno de esos sitios debemos hacer cosas diferentes como rescatar rehenes, robar tecnología, capturar vivo a algún enemigo, controlar un Predator, buscar a un misterioso prisionero, esquivar minas saltarinas, etc. La duración de cada fase está calculada al milímetro para que no te canses nunca; en cuanto empiezas a estar harto de pegar tiros en las favelas, de repente te dicen que tienes que salir por piernas de allí, comenzando una vertiginosa carrera de obstáculos por los tejados de las edificaciones brasileñas para conseguir llegar al punto de recogida antes de que te dejen tieso. Es esa variedad de situaciones y duración justa de las misiones lo que creo son dos de los puntos más importantes que han conseguido que CoD Modern Warfare le guste a tanta gente y tenga el enorme éxito que tiene.

 Pero como siempre, no es oro todo lo que reluce. En esta ocasión el problema viene de la excesiva linealidad de los escenarios, que nos impide tomar nuestras propias decisiones y nos lleva por un camino prefijado. Las situaciones durante el juego están perfectamente calculadas para resultar espectaculares y desafiantes pero para lograr ese efecto el jugador debe ir obedientemente por un camino marcado de antemano. ¿Qué reto supondrían dos guerrilleros parapetados tras una ventana si pudiésemos sorprenderlos por la espalda dando un rodeo y entrando por la puerta? Ninguno ¿Solución? Pues muy fácil, que la habitación no tenga puertas que el jugador pueda utilizar. Trucos como ése están repartidos por todo el juego, y aunque no son muy evidentes, al descubrirlos no puede uno evitar sentir cierto malestar, como si nos estuviesen engañando y los hubiésemos pillado.

Este es seguramente el aspecto más problemático del juego. Por un lado, le quitas al jugador su capacidad de decisión, pero por otro, lo enganchas con momentos de acción increíbles y adrenalina a raudales. Es difícil dar una calificación tajante a este apartado, habrá gente que lo odie y otros a los que les encante.

Aparte de la campaña principal, el juego incluye también las modalidades de juego on-line y Special Ops. El modo de operaciones especiales consiste en una serie de misiones aisladas que podemos superar en solitario o acompañados por otro jugador, lo que viene a paliar en parte la ausencia del cooperativo que está tan de moda últimamente. No son demasiado interesantes al no aportar nada nuevo, ocurren en localizaciones que ya hemos visitado y en situaciones que ya hemos visto pero sirven para alargar algo la vida total del juego.

Todo lo contrario ocurre con el modo on-line. Volvemos a estar con un juego brillante en esta faceta, de esos que estarán entre los más jugados de internet durante meses y meses. Es bastante continuista con su predecesor, pero teniendo en cuenta que éste ha funcionado a las mil maravillas, es normal que no se modifiquen demasiadas cosas. Se han añadido algunos modos de juego nuevos, se han añadido más opciones de configuración para las partidas y nuevas recompensas para los mejores jugadores muy al estilo de Street Fighter IV. El trabajo manteniendo las cosas buenas, pulir las malas y añadir algunas nuevas da como resultado uno de los mejores multiplayer que se pueden encontrar en la actualidad. Eso sí, siempre y cuando Infinity Ward arregle rapidito algunos fallos que permiten a algunos "juagadores" hacer trampas durante las partidas, algo que está dando bastante que hablar en las comunidades de internet.

 

 

Antes de finalizar, me siento obligado a comentar, aunque sea sólo de pasada, la misión de la matanza de civiles en el aeropuerto ruso. Tengo que decir que, hasta ahora, todas estas polémicas que rodeaban a los videojuegos me parecían totalmente injustificadas. En la mayoría de los casos, las críticas venían de personas individuales, medios de comunicación, grupos de presión o cualquier otro tipo de asociación que, sin el más mínimo conocimiento sobre los videojuegos en general y del título que criticaban en particular, se lanzaban a la yugular aprovechando la menor oportunidad para hacer daño a un mundillo que ni conocen ni comprenden pero esta vez tengo que reconocer que incluso yo mismo, curtido en mil batallas "videojueguiles", me he sentido bastante incómodo, por decirlo de alguna manera, al tener que realizar la misión. No es que sea la primera vez que me toca fulminar a gente inocente, ya lo he hecho antes miles de veces por exigencias del guión o por pura curiosidad, para ver cómo reacciona el juego ante una acción que se supone no debe ocurrir, para probar un arma devastadora sin tener que buscar enemigos o por el simple gusto de salir de vez en cuando del trillado camino del bien. Sin embargo, hoy fue diferente. El realismo de la escena es tremendo, la frialdad de tus "compañeros", la reacción de la muchedumbre ante nuestros disparos, ver a la gente huir despavorida o tratar de esconderse, apuntar a hombres y mujeres indefensos que sólo pretenden sobrevivir, o ver cómo uno de los civiles intenta ayudar a un herido y yo tengo que rematar a los dos, ha resultado mucho más inquietante de lo que esperaba.

Con todo esto no quiero decir que esté de acuerdo con que este tipo de juegos se deban censurar o prohibir; para eso se inventaron las clasificaciones por edades. Está claro que éste es un juego para adultos, igual que una película de terror, o, si me apuras, un telediario cualquiera. Pero sí tenemos que ser conscientes, todos los que disfrutamos de los videojuegos, de que esto ya no se trata de "matar marcianitos". Las escenas de un videojuego actual pueden tener el suficiente realismo como para herir la sensibilidad de mucha gente, y de la misma manera que nos parecería normal que a un niño se le prohibiese ver una película como Saw, nos debería parecer también perfectamente normal que se le prohibiese jugar a un juego como éste y no poner el grito en el cielo por ello.

Concluyendo, Call of Duty Modern Warfare 2  es lineal, corto, caro y poco innovador; pero también es espectacular, intenso, muy divertido, variado y cuidado hasta el más mínimo detalle. Afortunadamente, los puntos fuertes son de más importancia que los débiles, lo que sin duda hace que el balance final del juego sea muy positivo.

Muchas de las misiones nos llevarán a vivir momentos memorables dignos de la mejor película que podamos imaginar, pero haciéndonos sentir que somos nosotros los que estamos allí.

Hay cosas mejorables, sin duda, pero ¿quién se acuerda de aquella puerta irrompible en una favela de Río, cuando tenemos en nuestras manos un rifle Dragunov, un cargador lleno, y decenas de enemigos a los que hacer morder el polvo?

 

Puntuación final: 78/100