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New Super Mario Bros Wii es la apuesta más importante de Nintendo para estas Navidades. Con una inmensa legión de seguidores repartidos por todos los rincones del globo, cada nuevo juego que sale al mercado con Mario como protagonista tiene casi asegurado unas cifras de venta que son la envidia de cualquier otra compañía del sector; y lo mejor de todo es que esas cifras casi siempre están justificadas gracias a la calidad y diversión de todos y cada uno de los juegos donde el fontanero más famoso del mundo está presente. No importa que Nintendo lo obligue a dar saltos y comer setas como un loco, a repartir estopa en un juego de lucha o a lanzarse cuesta abajo por las laderas más empinadas del mundo acompañado de un puercoespín de color azul. Mario siempre da la talla, y esta vez no podía ser menos.

Cuando se anunció el juego hubo cierta confusión sobre si se trataba de una adaptación del New Super Mario Bros de la Nintendo DS; no lo es, pero es evidente que comparte con él prácticamente el 99% de su ADN. La jugabilidad se basa en los mismo pilares que el propio Mario estableció hace ya más de dos décadas, y lejos de intentar innovar o sorprender al jugador con nuevas opciones, acciones o situaciones, se conforma con repetir por enésima vez la misma fórmula que ya hemos jugado una y mil veces.
Por si acaso aún hay alguien en el mundo que no sepa cómo se juega a un Super Mario, hay que decir que se trata de un juego en dos dimensiones, de desarrollo lateral, donde el jugador debe conseguir llevar a su personaje de un lado a otro de los diferentes escenarios, salvando todo tipo de obstáculos y enemigos e intentando recolectar por el camino el mayor número posible de objetos, principalmente monedas y estrellas. Dicho así, parece la mar de sencillo, pero en cuanto uno se sienta delante del televisor y se ve rodeado de bloques que se mueven o desaparecen, de enemigos lanzando bolas de fuego, de fantasmas, de tortugas con mala leche, con un tiempo limitado para conseguir llegar al final del nivel, nuestra opinión de lo que es sencillo y lo que no, cambia radicalmente.

La historia comienza cuando Mario y sus amigos están en el castillo de la Princesa Peach celebrando el cumpleaños de ésta, no se nos informa de cuantos años cumple, pero teniendo en cuenta que la deben de haber secuestrado un millón de veces, lo más probable es que tenga ya unos ochenta años y varios ataques al corazón a sus espaldas. Aún así, a alguien se le ocurre la genial idea de regalarle una tarta enorme, de ésas que tienen suficiente colesterol como para obstruirle las coronarias a un rinoceronte. Cuando ya todos están preparados para abalanzarse sobre ella, sobre la tarta quiero decir, surge, sin previo aviso, una figura de su interior. La princesa pone los ojos en blanco pensando que por fin, después de tantos años, sus amigos le han hecho el regalo que ella siempre había deseado, un Cristiano Ronaldo de carne y hueso con todos sus abdominales tensos como cuerdas de arco, pero, para su desdicha, el que aparece es Bowser Jr., el más joven hijo de la saga Bowser y digno sucesor de su padre. El joven adolescente, enfadadísimo porque nadie lo ha invitado a una fiesta donde hay setas de todos los colores y formas posibles y con los efectos secundarios más "alucinantes" que imaginar se pueda, decide, mira tú por donde, secuestrar a la princesa y llevársela a su guarida. Mario, después de darse un par de cabezazos contra la pared al ver como vuelven a secuestrar a Peach, se lanza al rescate seguido por su hermano Luigi y dos champiñones parlantes.
Resumiendo, es imposible tomarse en serio el argumento de cualquier Super Mario, es sólo una excusa para que empiece el juego, la Princesa ha sido secuestrada y debemos rescatarla, punto final.

A partir de aquí deberemos recorrer ocho mundos con diferentes ambientaciones, como desiertos, montañas o selvas, cada uno de ellos subdividido en varias fases que debemos ir completando para que se abran los caminos que nos conducen a los siguientes mundos. También podremos acceder a algunas zonas con pequeñísimos minijuegos que nos permiten obtener vidas extra o algún objeto que nos facilite algo nuestro avance en la siguiente misión.

Las distintas ambientaciones que podemos ver en estos mundos son las típicas y tópicas de toda la vida, es casi imposible jugar a un juego de este tipo en el que no tengamos que atravesar un desierto o un mundo helado. En general, esto no suele ser ningún problema, pero en este caso, a la falta de originalidad se le unen también una ausencia total de inspiración artística y de ambición técnica. Es un juego de plataformas en dos dimensiones, no es el último shooter 3D con millones de euros en presupuesto gastados sólo en programar los mejores efectos visuales vistos hasta la fecha, pero eso es una cosa y otra muy diferente es la completa desidia con la que se ha tratado el aspecto técnico del juego. Los fondos son sosos y sin gracia, completamente estáticos y sin personalidad ninguna, los escenarios por los que nos movemos no son más que bloques de diferentes colores según la superficie que representen, con algún efecto un poco más trabajado, como los reflejos del hielo, pero sin nada que sea ni mínimamente destacable. En general, técnicamente el juego podría tener tranquilamente diez años de antigüedad y el diseño artístico es digno de un niño de primaria.

El sonido mejora bastante este panorama tan desolador. Las melodías que suenan durante la partida son simples pero pegadizas y cambian ligeramente según el lugar en el que nos encontremos; pero lo mejor es que no cansan o resultan pesadas aunque llevemos varias horas seguidas jugando, todo un mérito. Por su parte, los efectos también casan a la perfección con lo que vemos en la pantalla, son agradables, sencillos y simpáticos. Es verdad que muchos de ellos son reciclados de juegos anteriores, pero siguen funcionando a las mil maravillas.

En cuanto a la jugabilidad, ese ingrediente secreto capaz de convertir un montón de imágenes y sonidos sin vida propia en un juego que recordaremos para siempre; y si hay algún creador en el mundo que domina ese ingrediente a la perfección es, sin duda, Shigeru Miyamoto, padre de casi todos los grandes éxitos de Nintendo y padrino de los demás, es uno de los mejores creativos del sector de los videojuegos, y probablemente, uno de los más reconocidos a nivel mundial.
En New Super Mario Bros Wii nos encontramos  con otro trabajo casi perfecto de Shigeru, los escenarios son simples y limpios, pero avanzar por cada uno de ellos supone un reto para el jugador desde el principio hasta el final, nos mantiene en una tensión constante y perfectamente medida para no aburrirnos pero tampoco desesperarnos. Es fácil de controlar pero muy difícil de dominar, ir pasando los niveles es relativamente sencillo, pero si nos confiamos durante un segundo, el enemigo menos peligroso o el salto más sencillo nos hará morder el polvo y perder una de nuestras preciosas vidas. Cuando eso ocurra, en lugar de apagar la consola y dedicarnos a otra cosa, un gusanillo dentro de nosotros no incitará a jugar un poquito más, a demostrarnos a nosotros mismos que podemos hacerlo mejor y superar el nivel o recolectar esa estrella que se nos resiste. El juego consigue convencernos de que nuestro peor enemigo somos nosotros mismos, y que si volvemos a intentarlo usando toda nuestra habilidad, podremos vencer.

A la versión de la Nintendo DS se la criticó en su momento por ser demasiado fácil. Con la de Wii, Nintendo ha querido arreglar las cosas y conseguir un mejor equilibrio entre dificultad y diversión; lo ha conseguido, pero creo que no del todo, y aquí radica la única crítica que se le puede poner a la jugabilidad del título. La dificultad ha aumentado, de forma que ahora todos los niveles suponen un reto, mayor o menor, para el jugador, pero ninguno se hace aburrido por su facilidad. Eso está bien, pero el problema viene al encontrarnos con ciertos niveles demasiado complicados o sencillos intercalados con los niveles normales según lo avanzados que estemos en el juego. Aunque es algo que no ocurre muy a menudo, sí que rompe el ritmo de progreso lógico y desconcierta.

A la jugabilidad clásica del juego se le ha añadido un invitado de lujo, el multijugador en la misma consola. Cuando cuatro personas se ponen juntas a echar un partida a New Super Mario Bros, la diversión se dispara hasta cotas insospechadas, convirtiéndose cada partida en un auténtico show de piques sanos y no tan sanos. Todo el esmero que no se ha puesto a la parte técnica del juego, se ha invertido, y con creces, en crear un apartado multijugador que hará las delicias de cualquier persona que se ponga tras los mandos. Las diferentes opciones para superar los niveles, el poder ayudar a tus compañeros o competir contra ellos por los premios, y lo divertido de los niveles en sí mismos, hacen de este apartado lo mejor del juego; pero, y este es un gran "pero", por extraño que parezca y sin que nadie sea capaz de entender los motivos, Nintendo ha decidido no incluir absolutamente ninguna opción de juego on-line. Normalmente, soy de la opinión que un juego debe ser valorado por lo que ofrece, y no por las cosas que se podrían haber añadido, pero en este caso haré una excepción, porque no le encuentro sentido alguno a que un juego, que está pensado desde su nacimiento para ser disfrutado en compañía de otros jugadores, carezca de hasta la más mínima opción on-line.

Para ir terminando, me gustaría comentar por encima la aparición de la nueva guía interactiva que Nintendo va a empezar a incluir en muchos de sus juegos para ayudar a los jugadores. En un principió se temía que fuese una ayuda demasiado importante para el jugador y que esto provocase una disminución drástica de la dificultad de los juegos y por tanto de su interés. Pero la forma de implementarlo que se ha usado funciona bien y no debería suponer motivo de queja para nadie. El funcionamiento es el siguiente, cuando el jugador se queda atascado en un nivel que no consigue superar y donde pierde una elevada cantidad de vidas, aparece un bloque especial, que el jugador es libre de activar o no. Si se activa, lo que ocurre es que la consola toma el control de nuestro personaje y recorrer el nivel completo para enseñarnos cómo se hace. Pero al finalizar, es de nuevo el jugador que tiene que completar el nivel, la máquina no lo hace por nosotros. Total, que es sólo una ayuda y el jugador puede decidir si activarla o no.

Dar una puntuación final única a un juego como este me resulta bastante complicado. Sus puntos fuertes, la jugabilidad y el multijugador, son increíblemente buenos, de lo mejor que se puede encontrar en la Wii o en cualquier otra consola, pero sus puntos débiles también son muy débiles, con un apartado técnico que, obviando si es de estilo retro o no, no alcanza ni un mínimo de calidad y además existe una ausencia de modo on-line completamente incomprensible. Así que lo que haré será dar una recomendación de compra: a cualquier persona que busque un juego divertido sin importarle lo demás y para jugar con los colegas, le recomendaría que se lo comprase ya, inmediatamente, porque es casi imposible que vayas a encontrar un juego más entretenido que éste durante estas Navidades; pero si buscas un juego más trabajado en otros aspectos o para jugar solo, te recomendaría que lo probases antes de decidirte a hacerte con él.

Puntuación total: 75/100