El misterio, el estar lejos de casa, la oscuridad, la desesperanza agónica de que cada paso que demos conduce a un abismo mortal… todo eso acecha a aquel que se sumerja en una partida de Another World.
La obra de Eric Chahi data de 1991 y aún a día de hoy sigue siendo una pieza que no se siente vieja. Su inquietante estética de colores planos y movimientos cinemáticos ha pasado por casi todos los sistemas de la época: de la Amiga 500, pasando por el 3DO, MS-DOS o el Mega-CD entre tantos otros.
Desde el primer momento en que tomamos el control de Lester y aparecemos en el intrigante “otro mundo” apreciamos los elementos que han llegado a influir a Fumito Ueda en sus creaciones: un paraje ajeno al jugador que transmite toda su fuerza gracias a un personaje sin preguntas ni respuestas hacia lo que le rodea.
Caemos en un pozo y unos oscuros tentáculos vienen a por nosotros, nos libramos de ellos y un monstruo oscuro surge desde el otro lado del scroll, su cuerpo negro nos acecha y Lester ni se inmuta, tan sólo avanza hacia delante.
Al igual que en los títulos del creador nipón, escenario y personaje guardan una relación solitaria. Estamos solos y no podemos hacer nada para evitarlo, sólo avanzar hacia lo que sea que nos aguarde más adelante; lo que nos rodea no nos pertenece pero si nos quedamos quietos nada cambiará.
Damos cuatro pasos más con unas animaciones impecables y humanas y cambia la escena. El monstruo nos persigue desde la lejanía. No somos bien recibidos.
El ritmo se presenta marcado por nuestros propios enemigos, primero los tentáculos del kraken nos hacen emerger, después el puma gigante de ojos rojos nos sigue hasta asaltarnos, echarnos una mirada encarnada y obligarnos a dar media vuelta y correr. Se inicia una persecución a vida o muerte, no hay barras de vida, ser tocados por cualquier enemigo equivale a la muerte. Corremos, saltamos, agarramos una liana, le damos esquinazo y seguimos corriendo hasta que un rayo láser desgarra la piel oscura de nuestro perseguidor. Hemos sido apresados por una raza de alienígenas.
La presentación de estos seres no resulta brusca para el espectador. En primer lugar se nos muestra al humano Lester, a continuación un oscuro bicho marino y luego un entorno hostil con monstruo amenazador de por medio; la mezcla de todo esto es una raza humanoide, oscura y desconfiada.
Presos, conocemos a otro de los elementos que a Ueda tanto le gusta introducir en sus títulos: el personaje que enlaza el mundo extraño con uno mismo. En The Last Guardian será el perro-gallina, en 1991 un alien que se encariña de nosotros por salvarlo.
A partir de aquí se desarrolla una serie de situaciones que mezclan combates con exploración, siempre encuadrados en una pantalla sin estadísticas ni datos superfluos; sólo tú y la siguiente escena. Sin tutoriales, portamos un arma láser capaz de romper barreras, formar otras y desmaterializar a nuestros adversarios. No sabemos lo que queremos, no tenemos meta, ni siquiera somos conscientes si Lester se ha visto envuelto en esta aventura de manera casual o ha sido todo algo premeditado; no importa, tan sólo hemos de avanzar.
El juego presenta aquí su mayor defecto aprovechándose demasiado del error-acierto. En numerosas ocasiones el juego nos dejará vendidos o nos matará sin antes advertirnos que un peligro nos acechaba, la intención de introducirnos en un lugar terrible donde no somos bien recibidos está muy bien implementada, tanto que a veces resulta frustrante.
Con nuestro avance por el extraño mundo desencadenamos la ira de sus habitantes que la emprenden con nosotros en un derroche láser. La forma de enfrentarnos a ellos consta de tres movimientos: en primer lugar, preparar un campo de fuerza, dar un paso hacia delante para que nuestro haz de luz lo atraviese y llegué, si nuestro contrincante ha hecho lo mismo, hemos de preparar un fogonazo aún mayor para freírle; un proceso de resolución jugable complicado que se lleva a cabo con un botón, donde fallar resulta demasiado sencillo, tanto como si nosotros mismos estuviéramos viviendo el intenso momento y no tuviéramos ni idea de cómo manejar nuestra pistola de luz.
Seguimos huyendo y lo hacemos con nuestro compañero alien. Somos asaltados y nuestro amigo se ve envuelto en una pelea con otro ente similar a él, nos debatimos para avanzar y socorrerlo pero, cuando lo hacemos, no sabemos a cual de los dos hemos abatido. Con la duda, ascendemos para seguir escapando; siempre hacia delante y siempre hacia lo desconocido. Allí nos recibe un extraño dragón que nos mira y el alien que salvamos; puede que nuestro amigo o no, nos recoge y nos monta en el ser alado para seguir avanzando, siempre huyendo, siempre hacia lo desconocido y sin saber si nuestro amigo ha muerto o no.
Another World es un intrigante relato acerca del hombre y la soledad, de las personas clónicas y vacías que caminan a nuestro lado como quien va rumbo al matadero, de nuestra ineptitud por no saber apreciar el valor de aquel que nos tiende su mano y de que si uno sigue adelante con su vida, siempre acabará encontrando el camino.
Comentarios
Corto pero intenso, un juego de escuela.
Pues no se puede decir que el juego dure mucho, así que menos tiempo le dedicaste aun XDD Por cierto, muy buen artículo, no conocía este juego. Saludos