La saga Crystal Chronicles de Final Fantasy vuelve en febrero a nuestra Wii. Square Enix nos transporta mil años en el futuro respecto a la aventura que vivimos tiempo atrás en nuestra GameCube. Pero el salto temporal no es ni mucho menos el mayor cambio entre ambos juegos: Final Fantasy Crystal Chronicles: The Crystal Bearers brilla con una luz propia que intentaremos analizar.
¿Qué caracteriza este nuevo título? Lo primero a tener en cuenta es que nos encontramos frente a un avance. Es bien cierto que podríamos disponer de la versión japonesa (aquí un servidor, a raíz de una triste anécdota que algún día os contaré, tiene una Wii nipona), pero me temo que todavía no dispongo del capital como para este tipo de excesos ni Nuevebits de la fama suficiente como para recibir títulos gratuitamente para elaborar sus artículos. Por lo tanto mi opinión aquí se basa en toda la información que he podido recoger del título en sí.
Pongámonos primero en escena. Han pasado mil años desde los sucesos del Final Fantasy Crystal Bearers de la GameCube. De las cuatro razas de entonces, los Yuke aparentemente se han extinguido tras lo que se conoce como La Gran Guerra. De las tres razas restantes, los Lilties son quienes dominan el mundo, siendo los Clavates una raza voluntariamente posicionada por debajo de ellos mientras que los Selkies adoptan el papel de raza minoritaria disidente.
Pero el dato probablemente más importante es la existencia de unos individuos especiales conocidos como portadores del cristal que poseen un trozo de cristal en su cuerpo (el objeto especial que conocimos en la entrega anterior y que permitía no ser herido por el miasma que acosaba el mundo), siendo los únicos capaces de utilizar la magia. Se les tiene por gente peligrosa y se les mira no muy bien allá donde van. Nosotros nos pondremos en la piel de Layle, un clavat portador del cristal cuya habilidad mágica es la telequinesia que se verá envuelto en una aventura de la que podría depender el destino del mundo. El detalle de la telequinesia cobrará una interés vital durante el juego, según parece, dado que nos servirá para múltiples acciones, tanto en combate como en resolución de puzzles.
El peso en esta habilidad es de lo más coherente, puesto que la esencia de esta entrega (según le parece a un servidor) es el dinamismo. Viendo los diversos tráiler del juego, observamos como impera el dinamismo en todo momento. La mayoría de secuencias envuelven peleas llenas de tensión, distintos tipos de carreras y muchas escenas que transcurren en el terreno aéreo. Esto deviene un auténtico giro de 360º respecto al Final Fantasy de la GC, de ritmo mucho más calmado. En aquel entonces nosotros nos movíamos mediante una apacible carreta y ni siquiera teníamos la opción de saltar (mientras que ahora parece que podremos usar la telequinesia no sólo para elevar objetos, sino para transportarnos a nosotros mismos). Incluso el vídeo que nos introducía en aquel juego respiraba un aire tranquilo y lento. Aquí, en cambio, parece que la acción dinámica cobrará mucho más protagonismo, o así nos lo promete un tráiler más que agitado.
Este cambio en el ritmo del juego respecto a su antecesor resulta un paso inteligente en la evolución de la saga FF en las consolas de mesa Nintendo. El FF de la GC ya brilló por presentar un sistema de peleas en tiempo real y no por turnos. Ello ya sorprendió al público en su momento. Ahora, el ritmo más frenético que parece ofrecernos este nuevo juego es mucho más acorde al sistema de lucha en tiempo real, rompiendo los esquemas de la saga.
Sin haber jugado todavía, aplaudo según qué movimientos llenos de lógica, tales como defender este dinamismo mediante la elección de un protagonista que no necesita ir aprendiendo a actuar, sino que ya poseemos de buen principio a un héroe carismático y con experiencia. En los vídeos observamos como Layle es un tipo de armas tomar que sabe lo que es una aventura. Nada de niños que van creciendo y descubriendo sus habilidades, nos encontramos ante un tipo aparentemente arrogante que de buen principio ya hace alarde de sus habilidades. Otro movimiento astuto es comenzar el juego con una secuencia que defiende esto (vemos a un Layle de lo más chulo nada más empezar) seguida de una batalla contra unas criaturas voladores que da lugar mientras estamos cayendo a toda velocidad en mitad del cielo abierto. Dinamismo frenético por intravenosa. Es innegable la voluntad de, aunque se mantenga el mismo universo ficticio, desligar totalmente este FF del de GameCube. Incluso en este aspecto, el anterior juego nos presentaba todo lo contrario: un viaje iniciático en el que el protagonista marchaba de su aldea natal para vivir aventuras. Aquí todos es bien distinto: nosotros, bajo la piel de Layle, estamos más que iniciados. En ese sentido los detalles están bien cuidados. Si os fijáis, por ejemplo, veréis que Layle lleva anillos. Es un detalle nimio pero bien cuidado dentro del diseño del personaje, puesto que unos anillos indican un pasado, relaciones o aventuras pasadas. En el campo del diseño de personaje se sabe que la inclusión de accesorios y marcas (sobre todo colgantes, anillos, cicatrices y tatuajes) sirven para aumentar una impresión de que el personaje en cuestión arrastra consigo una vida llena de experiencias. Obviamente se trata sólo de una pequeñez, pero eso es lo que quiero aplaudir aquí, cómo se ha respetado una coherencia fiel en esta voluntad de mantener un valor fundamental: el dinamismo (expresado aquí por una total supresión de estructuras de prólogo, tanto en la jugabilidad, que se inicia abruptamente, como en el personaje, que comienza ya siendo un héroe con experiencia).
Esto es lo que veo yo al ver la primera información de esta entrega: un gran peso sobre el ritmo dinámico del juego y una clara intención de ruptura respecto al anterior título, un auténtico giro de 360º, como ya he dicho. Este movimiento no es baladí, dado que el FF de la Gamecube creó bastante controversia, generando mucho odio entre gran parte del sector de jugadores de la consola. Se trataba de un juego que fue criticado por su lentitud y monotonía, siendo alabado únicamente su modo a cuatro jugadores (que, sin embargo, era aparatoso en tanto que requería cuatro GameBoy Advance y cuatro cables conectores). Estamos ahora ante un lavado de cara en toda regla que, no obstante, mantiene la misma línea histórica (quebrar esto, según me parece, hubiese sido ya excesivo). Yo personalmente disfruté enormemente a su antecesor, pero entiendo que éste fue más bien un fracaso y que esto es sin duda alguna un segundo intento. Vosotros como usuarios de una Wii, ¿le daréis a la saga la segunda oportunidad que está pidiendo? Y lo más importante, ¿Square-Enix sabrá aprovechar esta segunda oportunidad consiguiendo su redención en las consolas de mesa de Nintendo o simplemente nos daremos con un segundo fracaso? Que este juego es casi diametralmente opuesto a su antecesor es un hecho innegable, pero que ello suponga un éxito es algo que tendremos que ver de aquí a unos meses.
Primera impresión:
Pobre Normal Interesante Prometedor Futura obra maestra
The War has changed...