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“¡Para! ¡Para! ¡Gira rápido y sigue andando sin mirar atrás!” Grita nervioso el joven yakuza “¿Qué ocurre? ¿De qué huimos?” pregunta su gordo compañero mientras le estira del brazo. “¿No lo has visto? Era Kazuma del clan Fuma y espero que no nos haya visto por nuestro bien”. Rápidamente los dos maleantes tuercen en la esquina para observar discreta y sigilosamente. “¿Pero a qué ha venido eso? Él es sólo uno y nosotros dos ¿Qué podemos temer de ese tío?” El nervioso y huesudo yakuza le mira fijamente y responde “Sus puños idiota, sus puños”.

Después de mucho esperar ya lo tenemos aquí, Kazuma ha vuelto a lo grande. Por fin ha aparecido para nuestras PS3 uno de los títulos fetiche del afamado jugador japonés. SEGA ha sabido cuidar y trabajar una de esas pocas franquicias que aún crea devoción y admiración dentro y fuera del territorio japonés. Después de mucho esperar, el sufrido fan occidental de Yakuza pronto tendrá entre sus manos esta ansiada entrega que tanto de rogar se ha hecho ¿Merecerá la pena? ¿Estará a la altura de sus predecesores? ¿Se habrá cambiado el peinado Kazuma?

El clan Fuma vuelve a tener dificultades para contener a los emergentes clanes rivales, en especial la familia Nishiki ¿Cómo solucionar los nuevos problemas del clan? Pues como siempre, a base de patadas, palos y katanas. Las aventuras de Kazuma se iniciaron en Playstation 2, en el año 2005, desde entonces, nuestro protagonista  ha tenido que lidiar con la oscuridad de su pasado, con la carga que es ser odiado por los clanes rivales e incluso con ser culpado de delitos que él no cometió. Cansado, decide situar a otro hombre en su puesto dentro de la Yakuza, abdicando de su poderoso cargo. Daigo le sucede y él se retira a Okinawa, donde se supone que sólo le aguardan paz y tranquilidad. Lamentablemente, este retiro dura muy poco tiempo, ya que los problemas vuelven a llamar a su puerta. Kazuma debe volver a retomar caminos que ya creía olvidados.  La violencia es un elemento muy presente en el particular mundo de Yakuza, un elemento persistente que se presenta como salvavidas de un mundo peligroso pero que lo único que hace es generar más violencia y odio, lo que genera una interesante profundidad tanto a nivel argumental, obra del escritor Masayoshi Yokoyama, como de personajes y de lugares empapados por la sangre de la mafia.

El juego tiene una virtud y una carencia, los límites impuestos por la forma concreta de querer narrar una historia. Las posibilidades de exploración del título se limitan al devenir de los acontecimientos, abriendo o limitando áreas dependiendo del punto de la historia en la que nos encontremos.  El mapa del juego nos muestra todas las localizaciones en las que poder interactuar: tiendas, salas de recreativos SEGA, karaokes, cabinas telefónicas (donde salvaremos nuestras partidas), parques y lugares de intereses varios. En ocasiones, se nos prohibirá el paso por algunas calles, algunas veces debido a lo que hablábamos al respecto de la trama del juego y otras para no alejarnos del siguiente objetivo, todo sea no perder el hilo de la historia; los pasos están mucho más guiados que en Shenmue, por poner un ejemplo de una obra quizás similar.

Aunque es un juego muy enfocado al combate callejero, el ring de un mafioso, su encanto y sus posibilidades jugables le convierten en algo mucho más grande, tan grande como las diferentes localizaciones que vamos visitando en el devenir de los acontecimientos. Como todas las historias relevantes, en su peculiar periplo, nuestro héroe recorrerá la tierra del sol naciente deslumbrándonos con sus lugares y parajes, territorios brillantes que contrastan con la oscuridad de los hechos que rodean al título. Al igual que los GTA están ambientados en ciudades de los EEUU, Yakuza hace lo propio con Japón. Mientras que GTA  suele pretender mostrar una dual crudeza entre el sueño americano y la realidad, Yakuza lo hace entre el artificio que es Japón y la dura realidad a vivir. La mafia es propia de un lugar concreto y la definición de ese sitio debe ser lo más precisa posible. Un yakuza interacciona con todo lo que le rodea, bien a nivel de barrio como a escala de ciudad, así, se reconocen lugares emblemáticos del lugar sin necesidad de dar su nombre real. Se podría decir que los desarrolladores pecan de prudencia intentando no herir la sensibilidad social y cultural japonesa o quizás es que no le llegaron a conceder las licencias pertinentes. Parece que los videojuegos siguen manteniendo ese halo de marginación social que no les permite nombrar al mundo real por miedo a boicots populares, más teniendo en cuenta el tema a tratar.

Una ambientación muy colorista nos rodea en nuestro recorrido, la recreación de las ciudades y los barrios japoneses nos recuerda lo diferente que es su cultura con respecto a la nuestra. Olvidaos de las típicas calles neoyorquinas ¡Bienvenidos a Tokio! Tiendas repletas de artículos japoneses (no podía ser de otra manera), escaparates llenos de revistas, mangas o películas. Chavales vestidos con sus ropas de escuela, móviles por todas partes, luces de neón, carteles en japonés, multitud de gente la mar de variopinta pululando por las calles, aceras a rebosar de bicicletas, hombres anuncios, acosadores, macarras, policías, chicas que fuman, salas de fiesta, karaokes y un sinfín de cosas más que nos sumergen en una de las mejores recreaciones de Japón que haya podido disfrutar. En serio, respiras comida japonesa en cada esquina. ¡Qué hambre!

El karaoke es fantástico, alquilamos la sala para cantar sólo o en compañía, escogemos la dificultad de la interpretación y a disfrutar de música japonesa en vivo. Mientras sea nuestro invitado el que canta, Kazuma le acompaña en los coros, palmadas o vítores en un sencillo juego musical, los botones del mando se van pulsando al ritmo de la música mediante una barra de situación que nos marca cuando hacerlo. La interpretación es algo más complicada, ahora los botones a pulsar parecen multiplicarse con la letra de la canción, más difícil pero mucho más entretenido. Es un juego musical dentro de otro juego y la verdad, me fascina ver a Kazuma y a su acompañante cantando en un perfecto japonés con sus escenarios cambiantes de lo más cursis ¡Pero si hasta tenemos un ranking de interpretación!

Las salas recreativas son de SEGA, no podía ser otra, tenemos la posibilidad de jugar a diferentes arcades por unos pocos Yenes. Esperamos poder echarle el guante a algunos clásicos de la compañía, con suerte hasta nos sorprenden. Soñar es gratis.

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La interactuación con los escenarios y la vida tiene la violencia como eje principal. Las cuatro acciones iniciales de combate son: golpe rápido, golpe lento, finta y sujetar/levantar, aplicables las mismas para cuando hagamos uso de armas blancas como: katanas, bastones, puños americanos, nunchakus, etc. Armas que agotan su utilidad dependiendo de las veces que les demos uso. Aunque no se hacer “lock on” sobre los objetivos ya que el juego ejecuta un apuntado automático un tanto impreciso, no solemos errar a la hora de golpear, con lo que no es algo estrictamente necesario.  No es que sea muy original en el combate el maestro Kazuma, mejor dicho, no es nada original pero es tremendamente entretenido. La evolución de los combates es proporcional a la técnica del jugador y las habilidades adquiridas por Kazuma, la práctica y la perseverancia podrán convertirnos en verdaderos maestros del combate lo que aumentará la dinámica y la espectacularidad de las peleas.  Los combates son absolutamente arcade, en rings cerrados que se forman en escenas distintas a las que recorremos. Cambia la pantalla presentándose las paredes de una habitación o un corro de curiosos, que llegan a interactuar en el propio combate, como los límites de nuestra actuación. Los movimientos a realizar evitan cualquier atisbo de realidad en busca de una mayor fluidez y satisfacción del jugador, en ese sentido, se incluyen movimientos finales secuenciados por planos con aspiraciones cinematográficas, la ejecución de combos sencillos y esos movimientos enemigos, tan “Streets of Rage” de “me alejo, vuelvo a por ti”.

Aunque nuestro protagonista comienza su aventura con un repertorio muy corto de habilidades de combate (los episodios de amnesia son algo común en nuestros héroes, que le pregunten a Dante), a medida que sube niveles sus habilidades también se incrementan, pudiendo repartir los puntos adquiridos entre habilidades espirituales: utilizando nuestro Chi interior, podremos generar barreras de protección o imprimirle mayor fuerza a los ataques; habilidades técnicas: contras, combos y llaves especiales con los que aporrear a nuestros rivales; o por último, habilidades físicas: evadirse de presas, levantarse más rápido entre otras.

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A la hora de desarrollar las habilidades de combate, no sólo de subir niveles vive Kazuma, con su móvil y su ojo clínico para situaciones “especiales” puede fotografiar las técnicas que ve realizar al resto del gentío por las calles de Japón. Por momentos me pareció ver al japonés fotógrafo pasando el rato en el museo del Prado. Son situaciones de lo más graciosas e hilarantes donde ejercemos el voyerismo más puro en pos de ganar nuevas habilidades. El recuerdo a Shenmue está ahí, en tanto que la calle enseña, sólo que ahora ha sido tomado desde una perspectiva cómica

Podemos perdernos entre las calles y disfrutar de encontronazos con matones que de forma muy arrepentida nos obsequian con objetos después de la lección marcial; no hay nada como enseñar un poco de educación y respeto, cuestiones importantes dentro del mundo que se trata. Un buen miembro del clan no es aquel que más actos vandálicos comete, sino aquel que más honra a la familia con sus actos.

Con lo dicho, han quedado en evidencia las comparaciones entre la saga Yakuza y otros dos grandes títulos más de SEGA como son Virtua Fighter y Shenmue. La recreación detallista del país del sol naciente junto su gente y costumbres, nos permite recordar ese gran título de Dreamcast que tanto bien hizo al jugador y tanto mal a la compañía, perdieron millones de Yenes con este título. Sabiendo SEGA lo que supuso Shenmue a la hora de recrear espacios y vida en un juego, no es de extrañar que quisiera mantener la misma filosofía para con Yakuza y eso se agradece. Si Virtua Fighter demostró algo, es que las peleas en 3D son posibles e igual de interesantes y entretenidas que en 2D, por no mencionar que fue pionero en el género. Recrear combates multitudinarios en tres dimensiones no es tarea fácil, todos recordamos títulos que lo han intentado y no han conseguido llenar al jugador con su método, por mi parte deciros que abandoné el Devil May Cry 3 por su sistema de combate y mejoras que nunca me llegó a gustar, pero este no es el caso de Yakuza, la experiencia precede a sus desarrolladores  que también han participado en la creación de VF ¿Acaso existe mejor referencia? Ese saber ha sabido mezclarse con la esencia del “yo contra el barrio” más clásico obteniendo muy buenos resultados.

Parece que todo sean virtudes en este juego, pero no, por desgracia no es así. Hacía mucho tiempo que no criticaba a un juego por su mala localización, en este caso en particular, los responsables de SEGA se merecen que los lancen a una gran hoguera. Este Yakuza 3 llega cuando en Japón está a punto de salir su cuarta entrega, no es el único título que llega con retraso de un año, White Knight Chronicles hace acopio de la misma tara y cada vez nos sorprende menos esta política de castigo al usuario extranjero. Las voces están dobladas al japonés y al inglés, esto no es demasiado sorprendente, pero lo que sí me deja perplejo, es la falta de traducción a nuestra preciada lengua, así que todo aquel que no tenga un nivel medio tirando a alto de inglés, que se olvide de este juego. Pero no todo acaba aquí, para compensar al usuario occidental por el retraso y la traducción, han decidido obsequiarnos con la versión coleccionista: banda sonora, guía y un desplegable. Bueno, alguno podría pensar que por esto se salvan de churrascarse, pero no, no se salvan. Los portavoces de SEGA han comunicado recientemente la supresión de contenido, el pretexto es para mear y no echar gota, "Los elementos que hemos eliminado son aquellos que no tendrían sentido en la cultura occidental, como por ejemplo un juego de preguntas acerca de la historia de Japón, o aquellos que no ejercen una influencia clara en la trama principal del juego, como las casas de citas". A ver, señores de SEGA, si los jugadores occidentales jugamos a Yakuza, si los fans de la serie gustan de su juego, no es sólo por su jugabilidad o nivel técnico, es por su ambientación nipona tan bien lograda que tanto nos gusta a algunos, si del conjunto de su juego nos restan lo que para muchos es la esencia de éste, si nos sustraen esas excentricidades orientales que tanto nos agradan y sorprenden por igual ¿Qué nos queda? Ya de paso ¿Por qué no cambian el nombre de Yakuza por el de Mafioso? Después se vendrán lamentando de las pocas unidades que han vendido fuera de Japón ¡Hipócritas!

¿Por qué pienso a veces que los japoneses nos marginan? ¿Les hemos dado motivos? ¿Acaso no devoramos sus juegos? ¿Quién les ha dicho que para vender más, tienen que occidentalizar sus títulos? ¿Cuántas chicas quedarán encandiladas con mi portentosa voz en el karaoke?