nuevebits.com

Comparte este artículo Twitter Myspace Technorati Meneame Escucha este texto

 

Just Cause 2 es un título repleto de extrañas maneras de entender la realidad, además de contar con un gameplay y unas físicas extrañas e imposibles… Pero es que es tan divertido y maneja de una manera tan increíble un mundo rico y maravilloso que es imposible odiarlo.

 

Lo digo desde ya, por lo general no me gustan los sandbox. No soporto la saga GTA por algo por lo que la mayoría de vosotros me tachará de imbécil: me frustra que haya tantas casas y no poder entrar en ninguna. Esta tontería, para muchos, me fastidia porque, para mí, un sandbox ha de ser un título que apetezca recorrer y cada título de este género tiene que ser muy explícito en las cosas que puedes y no puedes explorar,  si me ofrecen la posibilidad de conocer a gente con personalidades tan fuertes, es que hay una importancia en el ser humano que puebla una ciudad ¿no puedo conocer  entonces los lugares en los que viven? Un GTA, que trabaja a escala de ciudad y a un nivel muy, muy personal, debería permitirme entrar en los hogares de los habitantes de la urbe que te toca recorrer. Para explicarlo mejor, InFamous, otro sandbox, en ningún momento se propone mostrarte cómo viven o cómo son, a un nivel tan personal, las gentes de Empire City, la lucha y los problemas se suceden en la calle, no en la casa de ningún porrero, por lo que no tengo la necesidad de entrar en ningún sitio; algo que me ha resultado muy agradable porque las limitaciones estaban siempre enmarcadas dentro de un contexto. Con Just Cause 2 he tenido la misma satisfactoria sensación que con Infamous, he podido acceder a todos los lugares a los que deseaba llegar. Lo vuelvo a decir, no es más que una opinión personal, soy consciente de la grandeza de un GTA.

Panau es un lugar maravilloso, brillante y lleno de matices. Tiene ciudades con rascacielos, pequeños poblados, aldeas al borde del río, templos, bases, fortalezas… y puedes llegar a todas ellas de mil maneras distintas: volando, corriendo, en paracaídas, en lancha motora, en helicópteros, motos… y el uso combinado del garfio y el paracaídas te permite tocar cada madera, cada ladrillo y cada brizna de hierba que tus ojos alcancen a ver, permitiéndote explorar lo importante del título: el contraste de construcciones y la inmensidad de sus paisajes, con muy poca importancia hacia las personas que por ellos pululan. Este maravilloso abanico no es sólo para satisfacer a alguien como yo, que ve lo mejor de estos títulos en la calidad de sus paseos de un punto a otro, sino que es la base de lo que te propone el juego de Avalanche Studios: cargártelo todo, originar el caos y seguir viajando.

“Panau, el lugar en el que desatar tu devastación, es uno de los lugares más bonitos y variados que he podido disfrutar en un videojuego”

Eres Rico Rodríguez y tu misión es destrozar todo lo que se te ponga a tu paso con el fin de destapar una misteriosa conspiración, el caos en las islas hará salir de su escondrijo al malhechor de turno. Con esa premisa, eres abandonado en Panau  a tu suerte, armado con un brazalete “mágico” capaz de expulsar infinitos garfios (hasta Spiderman se molestó en explicarnos que usaba una combinación de sustancias para lanzar sus telas) y una mochila, más mágica si cabe, de donde brota un paracaídas tras otro. Hago hincapié en esto porque el primer contacto con el juego devuelve al jugador una sensación de incredulidad. Ya con la entrega de nuestro equipo  uno se da cuenta de que Just Cause 2 se va a tomar todas las licencias que deseé con el fin de conseguir transmitir al jugador la diversión que quiere hacerle llegar de la forma que desea. Además de este primer topetazo, la siguiente sorpresa es el contraste de belleza entre los coloridos y vibrantes paisajes y lo toscos y poco inspirados que son los modelados de los personajes, sobre todo en las secuencias introductorias. Este brusco contraste entre las grandes escalas que domina el juego y las pequeñas se repiten cuando comienzas tu aventura (basada en matar-aplastar-destruir) y te embarcas en tu primera misión corriendo, aquí recibes otra sorpresa: no hay un sistema de coberturas y el modo de abatir a tus enemigos es correr y esconderte tras una farola. Cuando lo haces, caes en la cuenta de que es normal que el juego no te lleve a entrar en las casas de sus habitantes… son rematadamente tontos, si te escondes y estás unos segundos sin moverte, ya no te verán cuando antes los tenías a dos palmos. También son idiotas a la hora de formar estrategias ya que son como un equipo de rugby corriendo a por ti en piña, siendo su único plan impedirte escapar a pie; así que uno piensa: son muchos, no puedo disparar de manera hábil desde mi posición y tampoco es que se me dé mucho juego para estrategias si me quedo quieto . Entonces uno recuerda que tiene un gancho con el que encaramarse a sitios lejanos y un paracaídas, para abrir mientras nos impulsamos con el garfio, y volar por los aires. Lo haces y acabas en la otra esquina del escenario, el mogollón de soldados gira sobre sí mismo y corre de nuevo a por ti mientras  todos gritan “¿Dónde está?” Y otro le responde “¡Ya lo vi!”, al ir a por ti, te das cuenta de que la maraña de ineptos mentales, no muy lejanos a parecerse a zombis con aspiraciones humanas, acaba de pasar al lado de un bidón de gasolina, disparas tus armas contra él, explota y muere la mitad.

“Los enemigos a los que enfrentas son como una maraña de ineptos mentales, no muy lejanos a parecerse a zombis con aspiraciones humanas y con tendencia a cubrirse de tus disparos tras bidones de gasolina. Genial”

Tras esta acción, miras a tu alrededor, encontrándote en una base repleta de generadores (que hacer explotar), columnas (que hacer caer), contenedores de combustible (para destrozar) y un vehículo con una gatling a pocos metros de ti. Lanzas el garfio, rematas los últimos pasos que te quedan con el impulso del paracaídas y aterrizas en el camión armado, fusilas a más soldados y haces saltar por los aires una chimenea que cae contra las milicias, desenganchas el arma y te paseas con el rifle de repetición pesado por la base destruyendo de todo, al aburrirte, te subes al camión y…” ¡Oh! ¿Qué hace aquí este helicóptero? “Te montas sobre él y el enemigo llama al suyo propio, intercambias disparos con el pájaro del enemigo, te derriba, pero lanzas el garfio, accedes a su aparato y lo robas. Ahora puedes acabar de machacar la base con misiles desde el aire. Echas una ojeada a tu alrededor y te das cuenta de que ante ti se abre un mundo entero para hacer lo mismo. Sonríes, Panau mola y el juego te recompensa con diversos puntos de caos y dinero para comprar más objetos y desbloquear nuevas misiones y localizaciones.

Lo expuesto es el corazón de Just Cause 2, un juego que te lleva continuamente a subir y a bajar, a disparar desde el aire y desde tierra, a robar armas y vehículos y a no quedarte nunca quieto, por ello la eliminación del sistema de cobertura y los movimientos extraños de tus rivales, quieren que te muevas y que nunca concentres tus esfuerzos en el uno contra uno, sino en Rico contra toda Panau.

Just Cause 2 es un mundo que destruir, donde pasear de un lugar a otro luchando contra milicias entre bosques y cabañas o peleando contra fuertes coroneles blindados en bases militares, mientras haces añicos las antenas de radio, torres de comunicación o cualquier cosa que te encuentres. En ese sentido, la propuesta es casi eterna y entretiene por su variedad y solvencia. Este tipo de misiones se intercalan con otras de mayor obligatoriedad: las que abren las ramas de la historia principal o aquellas que te asignan las distintas facciones que pueblan Panau. Harás caso a los guerrilleros locales ya que necesitas de su información para conseguir tus propósitos. Normalmente, estas misiones te llevan a hacer lo que uno nunca haría en Just Cause 2, por ejemplo, ir en moto, persecuciones, carreras contrareloj o entrar corriendo en una fortaleza ya que hay mejores formas de enfrentarse a un problema (desde los aires y a misilazos). Estos encargos se abren al causar el caos destruyendo a tu libre albedrio, la esencia básica del juego. A estas facciones se les ha querido dar un trasfondo, los más curiosos son unos que dicen querer defender a la gente de Panau; entonces ¿por qué contratas a un tipo que, sí, vale, destroza bases militares como si fuera un niño con plastilina pero que al rato le acaba de estropear el depósito de agua a un pequeño pueblo de habitantes locales?

 

“Alternarás la destrucción generalizada de Panau con misiones de la historia y otras, además de las propuestas por las distintas facciones que pueblan las islas”

Con todo, tenemos un juego bonito (en la distancia), que ofrece mucha libertad y una excelente propuesta variada y divertida donde hay muchísimas cosas para hacer ¿dónde están entonces los problemas que alejan a Just Cause 2 de ser un juego perfecto? Para empezar, la curva de aprendizaje es algo elevada, unas dos horas, ya que la combinación garfio y paracaídas no está del todo bien implementada y uno ha de acostumbrarse a su uso extraño, algo parecido le sucede al sistema de control cuando se trata de interactuar con elementos del escenario o con vehículos, no funciona tan bien como debiera. Al morir, el juego nos lleva al último lugar importante conquistado y puede llevarnos un buen trecho regresar a donde estábamos causando una satisfactoria devastación, los enemigos son todos iguales y jamás harán nada más que caminar a por ti, así como algunas animaciones, en especial las que afectan a las caídas.

Adobe Flash Player not installed or older than 9.0.115!

Se echa también un falta un sistema un poco más sofisticado de causar el caos, como habilitar un componen de sigilo que te permita generar una gran explosión de golpe. En resumidas cuentas, el mayor fallo del juego se produce al pasar desde las alturas al suelo y que resumiré  con algo que me sucedió, con lo que me reí mucho por cierto, el otro día: tomé un helicóptero y marqué en el mapa una ciudad, me dirigí hacia ella y descendí  hasta que me separaron unos diez metros del suelo, sobrevolando la población, decidí investigarla desde lo alto para descubrir los ítems ocultos (piezas de armas, de vehículos, de blindaje…) y de pronto me di cuenta que, bajo mi helicóptero, estaba un soldado dando un paseo. Me alerté porque pensé que me habría descubierto; un helicóptero hace mucho ruido a esa distancia, pero no fue así “¡Tengo un helicóptero ninja!”, pensé. Como eso era poco probable, decidí que sería algún tipo de tropa del propio poblado sólo que los de Avalanche Studios habrían decidido ahorrarse un skin nuevo. Aterricé con el helicóptero a su lado y al bajarme, entonces sí “¡Es él! ¡Lo he encontrado!” gritó el soldado antes de empezar a dispararme

Just Cause 2 se ahorra la reflexión de esos momentos intermedios y los rellena de adrenalina arcade y momentos cómicos, sin duda, son esos puntos los que hacen que el título pueda llegar a volverse algo repetitivo a la larga y uno crea que la fórmula hubiera podido dar mucho más. Afortunadamente, a las cuatro horas ni te darás cuenta de eso  y aprenderás a disfrutarlo e incluso el gancho te parecerá el mejor gadget del mundo, descubriendo que estás ante un juego cuya única ambición es hacerte pasar unas excelentes dos semanas y que para ello, está dispuesto a no atender a ninguna ley física. Con sus lacras, un juego más que bueno que, pese a que no pervivirá en tu recuerdo al cabo de un par de meses, propone un viaje tan destructivo como fantástico.  Me ha gustado, una vez lo entiendes como lo que es, así que os lo recomiendo.

Valoración Final: 66/100